miércoles, 24 de abril de 2024

Salvar la espesura

     No es la primera vez que me autocritico por mi creciente falta de contención... Algunas personas la llaman "incontinencia verbal", pero yo creo que tiene más que ver con una actitud con mayor amplitud de contextos y no se limita a un exceso de locuacidad por mi parte.

    Soy muy dado al disfrute personal individual aunque también comparto bonitos momentos con otras personas. El espectro social ha cobrado en mi vida dimensionamiento gracias a las tecnologías y yo he caído en las zarpas del 'wasap' y de las redes sociales... No las condeno, pero tampoco hago buen uso en numerosas ocasiones, precisamente por la falta de contención a la que me he referido al principio.

    En el día que precede a la confección de este artículo he tenido al menos tres ejemplos de incontinencia verbal y psicológica.

    El primero, abriendo mi baúl emocional a mi cuñao chico quien, acuciado casi dramáticamente por los efectos que ocasiona la actual depresión de mi hermana, me expresa su impotencia puntual al faltarle alivio dado el encierro padecido en las últimas tres semanas por los cuidados y atención que ésta necesita o por experimentar aquél frustraciones en el trato o relación con sus hijos, acostumbrados a notar una cohesión admirable en la imagen de pareja que sus padres suelen mostrarles y que ahora languidece por faltarles aunque sea efímeramente ese bastión hiperactivo que encarna la madre de la casa, convaleciente ahora tras desparramarse todo su aguante y entereza... Y mi cuñao chico, en su hondo desahogo, vio en mí a alquien que no es del todo férreo y cató mi vulnerabilidad y me planteó si realmente soy feliz con quien convivo o si voy a ser honesto de una vez y apostar por una nueva vida que me permita sentirme más dueño de mis decisiones pese a que el mal trago de un inevitable duelo o sufrimiento se cierna tras ese paso al que me he negado siempre...y al que me sigo resistiendo.

    Una segunda oportunidad de "exceso pensativo" se produjo al final de un ensayo con el grupo Los Boomers, justamente al recoger los cables e instrumentos y ordenar el local cuando, en ese trasiego de movimientos responsables, aprovechamos a través de desenfadadas conversaciones para tocar cuestiones ajenas a la música sin ser del todo conscientes del riesgo de provocar que surja un tema de debate que divida al grupo en dos segmentos ideológicos... Tácitamente casi acordamos en su momento no sacar a colación asuntos políticos precisamente en aras de preservar la amistad o al menos el buen ambiente entre compañeros, pero sucede que a veces es inevitable hacer alusión a la política aunque sea en una burda referencia al sueldo que cobran los miembros del Congreso. Y fue el cantante quien, comparando el sueldo de una persona normal con el de un servidor público, dijo que un diputado como Gabriel Rufián cobra 120.000 euros al mes. A mí me extrañó y así lo manifesté. Su respuesta fue tajante y aclaratoria: JL decía haberlo consultado incluso en el portal de transparencia. Confío en él y nada puedo objetar por tanto. Sin embargo, la alusión nominativa a un político independentista casi abre la espita de la discusión que no me gusta provocar, pero me siento obligado a responder a los insultos que empiezan a asomarse desde las entrañas de mis amigos musicales por no compartir los ideales del señor Rufián y por resultarles inconcebible que alguien que "odia a nuestro país" reciba semejantes emolumentos como un parlamentario más... Mi reacción es contenida y tímida, pero pretende ser clara y les digo que este hombre es mejor persona de lo que ellos intentan mostrar y les digo que no es tanto pretender por su parte separarse de España como aspirar a un modelo político republicano... No soy experto... Tampoco estoy seguro de que sea exactamente así, pero sí que es verdad que admiro a Gabriel Rufián por otros pensamientos y declaraciones mucho más alejadas del independentismo de las que otros grupos o representantes políticos preconizan.

       Como tercer ejemplo de espesura rutinaria, traigo a la palestra un incidente culinario. Había concertado cita con Fran Mateos a las 9:45 de la mañana de hoy miércoles 24 de abril de 2024. No tengo nada apuntado para esta nueva terapia, pero tal vez mucho que decir y expresar. Sin embargo, por cuestiones logísticas de cara al cuidado de mi suegra recién intervenida de una de sus rodillas, Macarena me pide adelantar la cita a las 9:10 para que yo haga compañía a su madre en el hospital Virgen del Rocío a partir de las 11:00... No hay problema en cuanto mi psicólogo admite ese adelanto... Pero hay que hacer la comida, por lo que tras cenar, al llegar a casa después de ensayar, me dispongo a preparar unas lentejas con chorizo en la olla eléctrica. Buena improvisación que paradójicamente responde a un inusual instinto de previsión... El problema es que el proceso de elaboración tarda más de lo esperado y a mí se me caen los ojos de sueño... Como está programado el proceso, éste acaba y se puede quedar así una vez pasado el tiempo. Pero para poder abrir la olla sin riesgos provocados por la presión del calor, es necesario dejar transcurrir unos minutos... Lo reconozco: el sueño me vencía y me acosté aun a sabiendas del riesgo de pastosidad que podían sufrir las lentejas si permanecía la olla mucho tiempo cerrada... Aunque me acosté a las 00:30 aproximadamente, a las 3:30 me desperté por una extraña pesadilla relacionada con el otro grupo, Numerus Clausus: tenía que prepararme para cantar, tocando al mismo tiempo un ukelele, la canción "High and dry", de Radiohead, y justamente antes del concierto me doy cuenta de que no he ensayado lo suficiente y para colmo no tenía impresa la letra de la mencionada canción... Sueño surrealista total, pues no creo que Radiohead sea santo de devoción de Numerus Clausus... Pero pesadilla al fin y al cabo que provoca mi habitual desfile de pensamientos y tormentos entre los que se encuentra mi preocupación por haber abandonado a su suerte las lentejas con chorizo... Este desastroso pero voluntarioso amo de casa se levantó sin dudarlo para cerrar con el maximo cuidado la puerta del dormitorio donde quedaba Macarena afrontando el natural descanso de esa hora y más necesario que de costumbre al haberse acostado resfriada y con fiebre (la feria y sus "excesos"...) y, poniendo el mismo esmero en pro de la conservación del más absoluto de los silencios, abrió la puerta de la cocina para acometer la ansiada apertura de la olla de lentejas con chorizo... Y efectivamente: espesas como nunca... Hay salvación: dos fuentes y distribución equitativa de las lentejas con sus respectivos trozos de chorizo dulce. No estaban quemadas ni pegadas, así que agregar la cantidad justa de agua propició que cobrasen un aspecto suelto y conservasen además el sabor adecuado que las siguiera haciendo atractivas para ser consumidas una horas más tarde.

    Siento visualizar tanto barro en mis relatos, pero es una forma de confesar que entre mis defectos toma con mayor posición la proliferación de anécdotas muy proclives a meterme en charcos de todo tipo, a desatar mi lengua en cuestiones privadas y personales y a manejar con cierto despropósito labores tan asiduas como preparar la comida para mí familia... Pero pese a ello, el atasco, el amontonamiento emocional, el bloqueo de los sentimientos, la colisión de posturas partidistas, la espesura de la comida...tienen remedio con voluntad y acción. De todo se sale. De todo se aprende.

    

       


    

viernes, 19 de abril de 2024

La espalda de mi mujer (sesión conjunta de jueves de feria)

 

Sesión 18/04/2024

        No me encuentro en el mejor momento de avidez escritora, pero sí reúno las suficientes fuerzas para dejar constancia de lo tratado en la joven tarde del jueves de feria.

        Macarena inicia su relato:

            - Empieza hablando de una película que vio hace unos días en casa en la que la mujer protagonista decía sentirse infeliz y su marido, que no sabe cómo dejarla, le busca un entretenimiento, un trabajo...quizás incluso intenta encontrarle un amante.

          - Hace tres semanas la cosa empeoró tras una discusión mía con Javier en la que llegué a amenzar a nuestro hijo más joven con "reventarle" si volvía a hablarnos de cierta manera, sobre todo a su madre... Era casi mediodía y desaparecí hasta las 5 de la tarde. Al día siguiente me disculpé ante Javier por proferir semejante expresión.

           - Suspensos de Javier... Preocupación... Según mi mujer, bronca desproporcionada con ella porque tuve que sacar a Yako (al menos, hace hincapié Macarena en que le respondí que había dormido sólo 4 horas... realmente duermo poco). Y otras broncas...

        - Feria... lunes de feria ... reunión con el Decano Álvaro y otras compañeras y compañeros en la caseta del Colegio de Economistas. Yo la llevo en coche. ella bien guapa con su traje de gitana de color rojo estrenado en la feria de abril de 2016, con un calor superior a los 30º y la dejo en la rotonda que conecta con el recinto ferial al cruzar el puente de Las Delicias. Tras ello, emprendo el camino a casa de mi hermana Mayra inmersa en una profunda crisis depresiva que la tiene hundida desde hace una semana como mínimo.

        - Antes cómodo en mi papel... Ahora encabronao... Es la conclusión de mi mujer respecto a mi sentir actual como amo de casa... No le falta cierta razón.

        - Viniendo a la consulta, ella avanza antes que yo sin mirar atrás...como hacía antes con los niños... Ya ni eso.
   
         - No sabe si está enamorada de mí o de la idea de que voy a ser el de antes... Entiendo que, más que enamorada, siente añoranza.

        - Se considera lo suficientemente interesante como para que la atienda más y comparta más momentos con ella.

        - Mucho tiempo con el perro por la noche: una hora...incluso una hora y media... Fran Mateos le dice, ante la pregunta de ella sobre si lo ve normal, que si Yako realmente lo necesita, sí lo considera razonable... y no tanto si es otra cosa.

        - Echa de menos la vida en pareja

    Fran Mateos escuchó atentamente todo e intervino lo preciso. También habló bastante tras la exposición de Macarena. Dejó dos ideas:

        - Juego "Rumicú": no conoce a familia que no se haya sentido enganchada con dicho juego.

       - No hacer obligatoria la salida del domingo: es una sugerencia de mi tocayo psicólogo tras percibir mi necesidad de descansar de la tarea de la cocina y qie consiste en que, de 7 días, al menos dejar uno (el domingo) de preparar comida. Según mi mujer, mis hijos hacen el esfuerzo de salir a comer porque si no, me enfado... Tal vez les apetezca más quedarse en casa o pedir comida a domicilio... Nuestro psicólogo dice que no hay que obligarles, pues terminarán odiando salir a comer conmigo... Les digo que lo entiendo, pero a mí me gustaría descansar un día a la semana o al menos no estar metido horas en la cocina y liberarme de esa carga al menos un día pudiendo comer fuera y a ser posible incluso fuera de Sevilla...aunque sea un bocadillo en un campo o algo rústico en una venta... Maca llega a decir que no tiene por qué ser un domingo sino que también puede serlo un sábado a lo que el teapeuta responde que eso está muy bien si ellos se unen el sábado a ese almuerzo externo y nos dejan solos a ambos al salir el domingo, lo cual es casi más aconsejable...

    Fran Músico... Como dije al principio, no estoy muy inspirado para la escritura y los pensamientos brillantes... Me siento  débil, triste, desesperanzado o, peor aún, falto de ilusión... Y me pregunto cómo puede una mujer como Macarena aguantar a semejante individuo como yo.

    Trato de hacer acopio de razones o argumentos por muy deslavazados que se presenten. Y lo primero que se me viene a la mente es, cómo no, la Música... Lo siento, pero está ahí... Es una referencia vital, es un sostén emocional... No digo que me reporte absoluta felicidad, pero me enriquece, me da alivio, me da juego, me da entretenimiento, me hace estremecer, me provoca frecuentes momentos de lágrimas y no precisamente de amargura o desazón, sino de dulzura que a veces pasa de intensa a confortable... Saca lo mejor de mí, pero para mí mismo: ése es el problema... Aquí entra el ego, el egoísmo o el absoluto individualismo. 

    Cuando ayer "denunciaba" Macarena mi notoria y continua reticencia a hacer vida en común en el salón junto a ella e incluso junto a mis hijos las pocas veces que coincidían en dicho espacio, yo me daba cuenta de lo poco parecidos que somos... Dejó de interesarme el fútbol hace bastantes años, incluso aunque el Sevilla sea uno de los equipos en discordia futbolística y estén retransmitiendo un partido crucial para sus aspiraciones... Yo, que los he llevado al Sánchez Pizjuán con el motor emocional del orgullo y de la dicha... Yo, que les he enseñado a jugar al fútbol con dos simples piedras en el suelo que hacían de portería a perforar imaginariamente por el balón vívidamente chutado... Yo, que les he acompañado gregariamente a muchos de sus entrenamientos y partidos... ¿En qué me convertí "Yo"?... ¿Qué estoy siendo "Yo"?... ¿A qué aspiro "Yo"?

    Hubo un momento en que anuncié a Fran Mateos y a Macarena que iba aser cruel con lo que quería decirles a continuación y, sensatamente, el psicólogo sugirió que me lo pensase antes de ser cruel. Maticé: lo que quería decirles iba a sonar crudo. En efecto, arriesgué y dije que no me hacía ilusión alguna ir de viaje con mis hijos y mi mujer a ese destino al extranjero durante unos días, según mi mujer para que, entre otras cosas, nuestro hijo pequeño se relacione mejor con los mayores. Mi tocayo psicólogo respondió que no es el mejor sitio pues eso se consigue en el día a día... Pero es un punto más en mi merecidamente ganada fama de gruñón: no disfruto de la idea de estar con mi familia en un lugar poco habitual aunque después realmente lo haga como el que más.

    Se me escapan detalles, pero llegamos a la conclusión los dos "Franes" de que yo soy más espontáneo y menos de programar asumiendo con facilidad el reto de coger el coche y viajar a Cadíz, pisar su playa, tomar un par de tapas y volver a Sevilla a las pocas horas en el mismo día, mientras que Macarena es más de organizar y tenerlo todo controlado y pasar una noche en un hotel para evitar la "paliza" de vuelta en el mismo día e incluso reservar algún evento para dar sentido a nuestro reparador viaje.

    Me aburro... Es una sensación que verbalizo cada vez de un modo más recurrente... He perdido contención en el habla... me he dejado la prudencia en la juventud más reciente... he ganado locuacidad con la madurez regañona y poco estilosa que estoy desarrollando... No me gusta esta forma de envejecer... Y me cuesta desviarla, corregirla, enderezarla, suavizarla... Me gustaría crecer y no envejecer pese a que cada vez tenga más edad. ¿Es posible eso?

    ¿Me he cansado de todo?... ¿Me cansaré incluso de la Música?

    Hace unos días hablé con Macarena para decirle que había pensado en recuperar el teclado y ponerlo en nuestro dormitorio... No me refiero al piano grande y pesado cuya colocación en nuestro cuarto arreció nuestra crisis en febrero... Pensé que era una forma de sentirme menos frustrado al estar algo más en contacto con la música... Ella no me contradijo pese a que seguro que temía sin expresarlo que me pertrecharía en nuestro dormitorio con la dichosa música como hice en épocas pasadas... Y así lo hice: la noche del míercoles de feria preparé el teclado Korg Kross de 61 teclas con su soporte de pie pegado a los pies de nuestra cama y empecé a sacar los acordes de una bonita canción de Paul Weller que conocí hace unos días gracias a la plataforma de canto "Smule" (por no decir plataforma de 'karaoke', término algo pachanguero pero que realmente refleja la finalidad de esta app: cantar duetos con otras personas o incluso en solitario esperando a que otros se unan...o no. La cuestión es cantar... La cuestión es hacer música).

    Macarena tiene la convicción de que sólo existe la música para mí y que sólo me importa ésta, lo que le ha llevado a odiarla no sólo a ella, sino que cree que a mis hijos también.

    Caí durante unos segundos en la cuenta de lo distinta que habría sido mi relación con mis hijos si tuvieran alma musical y así lo expuse en la sesión: cuando David tenía 12 años, le enseñé a tocar "Wish you were here", de Pink Floyd, con la guitarra española que me regalaron mis padres cuando yo contaba ya con 14 años y no me faltaba demasiado para los 15... Pero me di cuenta de que lo hacía forzado y nunca disfrutaba; cuando Jesús entró en el conservatorio, dejaba boquiabierto a su profesor de clarinete... pero terminó renunciando en el tercer curso por atravesársele la asignatura de "lenguaje musical" (antiguamente solfeo) y jamás volvió a tocar el clarinete; Javier superó al poco tiempo triunfalmente las pruebas de acceso al conservatorio, pudiendo elegir el instrumento más demandado por la matoría del alumnado aspirante y le compramos un buen piano digital de teclas contrapesadas con el que superó cuatro cursos de enseñanzas básicas, pero decidió no presentarse a las pruebas de acceso al grado profesional pues prefirió centrarse en su nueva etapa como estudiante de secundaria en el instituto... tenía 12 años y relegó su piano al rincón del salón, no volviendo a acariciar una sola tecla desde entonces.

    Me habría encantado que mis hijos disfrutasen de la música aunque fuera sin mí... Qué decir si fuera conmigo... Pero jamás quise obligarles pese a mis intentos de ánimo a través de mi aliento y sugerencias para que practicásemos justos ...

    La sentencia emocional de mi mujer parecía ganar adeptos en nuestros hijos mostrando un inequívoco rechazo a la desmedida pasión musical de su padre.

    Tras esta declaración de guerra a mi apego a la música, no quise dejar pasar la oportunidad de hacer un resumen sobre cómo fue mi día del jueves de feria.... Me levanto a las 6 de la mañana y me voy al gimnasio aprovechando que mi hijo Javier no tiene clase en el instituto, pero justo antes de entrar canto un par de canciones a la espalda del monumento a las víctimas sevillanas del holocausto nazi ubicado en la avenida Diego Martínez Barrio (sevillano que fue presidente de la II República Española en el exilio)... Una vez realizados los ejercicios a los que me obligo por un exclusivo interés de salud, me ducho y me voy al Bar Aljarafe de nuestro querido barrio de El Plantinar, donde el siempre amable Yon me sirve un café con leche elaborado por él mismo y media tostada preparada por Chari, su mujer... Yon es chino, pero parece más sevillana que su mujer, nacida en nuestra preciosa ciudad... Desayuno en el bar para evitar hacer ruido al entrar en la cocina pues despierta a Macarena... Pero subo para sacar a Yako no más de media hora en el parque de Federico García Lorca... Vuelvo y pongo a cocinar en la olla eléctrica alubias pintas con chorizo para proceder a continuación a llevar a Javier y a Macarena a la dentista... Una vez de regreso en el barrio, cojo el mando de la puerta del aparcamiento que David usa para poder entrar y salir con su coche y me dirijo allí mismo para comprobar que efectivamente no funciona, por lo que compro en una tienda la pila que presuntamente resolverá el problema del mando... Aprovecho la improvisada hoja de ruta acometida para atajar el problema y compro un kilo de patatas a Chari la frutera y pan en Polvillo y regreso al parking convencido de que el mando con su nueva pila hará abrir la puerta más cercana al colegio Aníbal González... Pero no... Maldita sea... Abro con el mando que funciona para abandonar el aparcamiento y rodear en coche toda la manzana con un efímero recorrido por la avenida Ramón y Cajal hasta llegar a la puerta del otro extremo del aparcamiento en la que probablemente sea la calle más corta de Sevilla: calle Fundación Vicente Ferrer, entre Urbión y Ulía, cuya prolongación es Igueldo... Y tampoco se abre... El mando definitivamente no funciona...

    Quien lea este pesado párrafo puede hacerse una idea de las horas y energías invertidas en unos y otros quehaceres...y eso que he sido escueto... Pues bien, mi mujer muestra entre orgullosa e indignada ante el cálido y paciente (como Job, no como usuario o cliente) terapeuta Fran por la tarde que ella ha sido quien ha tenido que gestionar el arreglo del mando llamando a la empresa encargada de la solución.

    De verdad que valoro el papel lleno de responsabilidad y eficiencia de Macarena, pero...¿es justo eludir todo el proceso por el que he tenido que pasar yo para evitar que mi hijo mayor tenga que mover un solo músculo en el manejo de este incidente? ¿No se trata de que cada uno cumpla con su cometido? 

    Continúo con mis tareas y frío en la freidora de aire que me regalaron en los RR.MM. del 6 de enero diez filetes de mero al limón que mi generosa suegra compró hacía una semana en un puesto de pescado congelado del mercado de abastos de Las Palmeritas. Como el resto está trabajando, sobre las 13:30 decido comer un plato de alubias y de ese modo puedo empezar a grabar después de varios meses en el teclado recién instalado en el dormitorio y sin molestar a nadie gracias al equipo de grabación casero del que dispongo. La canción objeto de experimentación es "You do something to me", de Paul Weller, y grabo primero una pista de piano y a continuación una de bajo... No están perfectas, pero no suena mal del todo... Tras ello, sirvo la comida a mi familia conforme van abandonando provisionalmente sus puestos de trabajo y sentándose cada cual en su momento en la mesa... Son servidos, son alimentados...

    Poco antes de las 4, decimos de salir hacia la consulta de Fran, el psicólogo... Vamos bien de tiempo, pero mi mujer se adelanta medio minuto... Yo no estoy sentado, ni tumbado, ni siquiera estoy tocando el piano o rasgueando la guitarra... Estoy afanosamente poniendo algo de orden en la cocina, pero el eliminar algunos rastros de suciedad o colocar algún objeto en su lugar que reste caos a los efectos del trabajo de elaboración de la comida me lleva a salir medio minuto más tarde de casa y ver durante los 5 minutos que dura el trayecto hacia la consulta de Fran la arrogante espalda de mi esposa que ya dejó de preocuparse de mirar hacia atrás cuando los niños no eran ya tan niños... Ya no hay esa empatía que la llavaba a entender por qué actúo de cierta manera y no ya en un concierto de rock, sino en un pequeño espacio de nuestro hogar donde ella está exenta de muchas labores grises y rutinarias...

    Me llamó la atención el ejemplo de un paciente del que nos habló Fran Mateos que no se encuentra a gusto con su mujer y que por tal motivo acude a su consulta y, tras la insistencia de éste sobre esa falta de feeling o bienestar, el paciente termina de reconocerle en la tercera sesión que no está enamorado de su mujer y sí de otra. Nuestro psicólogo fue inusitada pero lógicamente directo con él: tiene que dejar a su mujer a quien ya no quiere y más bien aborrece pues ha encontrado a una sustituta.

    No recuerdo si hubo un razón concreta y clara para que Fran Psicólogo sacase a colación esta historia o sencillamente nos la mostró para dejar claro que no era el problema (al menos así lo expresó) que yo tenía pese a mi clara falta de interés de hacer vida en común con mi mujer...incluso con el resto de mi familia.

   Creo recordar que al final de la sesión nuestro terapeuta manifestó satisfacción por la sesión celebrada.
    

jueves, 11 de abril de 2024

Alta tensión

         Mal día para algunos miembros de la familia...

        Sobre las 10 de la mañana, el padre era preguntado por su psicólogo por WhatsApp acerca del estado de las cosas mientras aquél se dirigía al centro de salud preocupado por una inquietante opresión sobre el pecho surgida tras el ensayo con su grupo el día anterior. La respuesta fue algo confusa, pero era lógico dado que al hablar mientras andaba no hacía sino incrementarse la molestia pectoral que inundaba también parte del cuello.

        Tuvo suerte y había un hueco a las 11:18 debido a la anulación de una cita. La médica que le atendió le palpó el pecho y la espalda para comprobar si tenía una lesión física, pero el paciente decía que el dolor aumentaba al toser, respirar profundamente o agacharse para coger cualquier cosa. La doctora mandó hacerle un electro y tomarle la tensión y aquí se disparó la alarma: 17 / 10. Nunca había tenido la tensión alta y de repente se encuentra así... Para descartar ciertos problemas, derivaron al padre al hospital Virgen del Rocío donde le atendieron con diligencia y celeridad y las pruebas arrojaron resultados halagüeños pues la analítica de sangre y el resto de acciones no reflejaban un episodio cardíaco preocupante. Así que, dado que el dolor en el pecho se mantendría un tiempo, el médico le aconsejó el mayor reposo posible pues inevitablemente el tórax está expuesto a movimientos que dificultan la recuperación al realizar tareas rutinarias.

        Macarena también se convirtió en paciente al acompañar a su marido al hospital llevados por Jesús en coche. Llevaba un mes padeciendo de hemorroides, pero el diligente y amable médico hizo una exploracion con suma delicadeza y respeto -por supuesto, siguiendo el estricto protocolo de atención a cualquier persona usuaria- y tranquilizó a la sufrida mujer diciéndole que el aspecto era bueno y que en la exploración encontró restos de heces como consecuencia de los prolongados estreñimientos que ella suele tener. Duran a veces hasta 9 o 10 días. No quiero imaginarme cómo debe ser eso... (a partir de aquí, "el padre" se convierte en Fran, es decir, yo mismo).

        Tuve que acostarme tras almorzar y descansar durante más de dos horas... Lamentablemente no pude acudir a la cita con la tutora de nuestro hijo menor, Javier, estudiante de segundo de bachillerato... Macarena, la madre, vino con malas noticias: Javier había intentado copiar en el examen de Lengua Española y sólo había recuperado partes de la asignatura de Historia, además de haberse observado que habla demasiado con Rafa, uno de sus más antiguos compañeros (desde que iban a la guardería), motivo por el que habían sido separados en los últimos días...

        Convenía no enfrentarse con Javier pues el momento era delicado, pero sería irresponsable por nuestra parte no abordar el tema. 

        Yo me hallaba medio atontado pese a no tomar medicación alguna que me hiciera experimentar sensaciones lisérgicas. Supongo que la tensión alta había provocado este cansancio. Antes de que llegase Macarena a tutoría, visité la farmacia sobre las 19:00 para que me tomaran la tensión: 13 / 8. Mucho mejor que en la primera toma en el centro de salud. Pero seguía siendo alta para mí y me sentia cansado aunque no agitado.

        Escuché voces una vez que Macarena llegó a casa tras la tutoría... Confundí la defensa de Javier de su propia dignidad con cierta reprobación por parte de Macarena, pero no estaba seguro y no me preocupé como otras veces... Sin embargo, sí que se activó mi temor cuando escuché ciertos gestos de consuelo de la madre sobre su hijo ante lo que se asemejaba a un tímido balbuceo de éste que finalmente desembocó en un torrente de lágrimas y de escandalosa tos ... Javier estaba más bien histérico y envuelto en una irritación que no le permitia la más mínima oportunidad de calma.

        Macarena aprovechó para enseñarme el mensaje que nuestro hijo le había enviado y que reproduzco aquí:

            "Sé que parece o no suelo verbalizarlo, pero...lo siento. No sólo por haceros pasar por toda esta situación durante dos años seguidos. sino por encima convertirme en alguien peor en el proceso. He llegado a ser tan cobarde de nunca haber sido capaz de deciros las malas noticias hasta el último momento. Y sumado a eso, he sido tan cobarde que he sido capaz de mentirte hoy delante tuya antes que reconocerlo porque tampoco entiendo porque siento esa necesidad de tener que sentirme bien delante de vosotros y no poder derrumbarme. Tanto que no soy capaz de poder decirte esto delante tuya tampoco ni de poder ser capaz de pedirte perdón en nada de lo que hacemos o discutimos. Y sí: no quiero decirlo nunca, pero llevo mucho tiempo sin estar bien. Y nada de esto es ninguna excusa para que te dé menos pena lo que hice el viernes... ha sido lo peor que he podido hacer en mi vida académica nunca, pues he roto unos valores que daba como sagrados. Pero he llegado incluso a algo peor que es llegar a ser tan cínico y constantemente siento que me llevo autodestruyendo desde hace mucho tiempo... Lo de hoy ha sido una muestra de ello. Así que sí: lo siento por todo lo que os estoy haciendo pasar y espero que pueda terminar ya".

        No me encontraba yo con el mejor ánimo ni fuerte físicamente, pero sí lo suficientemente entero para acercarme a mi afligido y atormentado hijo. Le recordé que le había notado preocupado el día anterior al llegar de clase y por eso le pregunté si había habido alguna "historia" tanto a nivel educativo como emocional. Cerrado en sí como es habitual, me respondió secamente que no. Yo soy un poco pesado y le dije que me tenía para lo que necesitase y dejé de insistirle... Me enteré al día siguiente de que ese estado de preocupación se debía a la charla que su tutora acababa de tener con él al sorprenderle en el examen de Lengua intentando copiar...

        Por eso, cuando en la llantina postutorial con Macarena le recordé mi percepción sobre su preocupación el día anterior, llegué a decirle que incluso yo me sentía inquieto por posibles diferencias con su pareja y no tanto por la evolución de sus estudios. Javier, rescató arrestos de sincera dignidad de entre sus mortificantes lágrimas para decirme que no me preocupase y que Adrián era lo mejor que le podía pasar.

            Pues sí: por supuesto que los estudios son lo más importante ahora de cara a la preparación para un futuro formativo y profesional cada vez más próximo, pero no es menos cierto que, en una adolescencia convulsa con multitud de estímulos, sobresaltos y contradicciones, mantener una buena relación con la persona a la que amas es fundamental. 

                

domingo, 31 de marzo de 2024

La escritura, bálsamo contra la amenaza.

         Jamás es de recibo una amenaza: hace que se gangrene un proceso de paz y lo convierte en su némesis genocida; enturbia un acto de conciliación laboral y la deteriora; crispa el ambiente en una negociación política y la corrompe; ensucia una discusión familiar por los resultados de una evaluación académica y por las displicentes maneras del huraño adolescente amargado por las presiones y que siente sufrir incomprensión...y lo hunde.

        Quienes detentamos un mínimo nivel de poder, aunque sea para manejar la correa de nuestra mascota, cometemos errores lamentables en el corto plazo al dejar escapar un gesto amenazador o proferir una frase agresiva pues causamos dolor y desquiciamiento de los nervios en la comunicación que tan necesariamente ha de ser llevada con ausencia total de emociones tóxicas o tocadas por el orgullo.

        Está mal decirlo abiertamente, pero hoy he cometido ese error con mi hijo Javier (dentro de dos meses cumplirá 18 años). No me ha gustado la forma de obviar los consejos de su madre para afrontar la superación de sus problemas con los estudios y le he conminado a permanecer en la habitación que pretendía abandonar de malos modos, dejándole constancia de que la finalidad de su madre es que no tenga problemas en el más inmediato plazo salvo que quiera fracasar tontamente y sin remedio. Al escupirme un "no me da la gana", me he levantado enérgicamente de la silla en la que estudiaba las oposiciones que recientemente he empezado a preparar para espetarle un "como me vuelvas a hablar así, te reviento"... 

        Resultado: jadeo nervioso de mi hijo en un tintineante temblor invadido por el pánico y yo diciéndole que, como se le ocurra darme la espalda y salir del salón, lo agarro por los pelos (buena pelambrera tiene al estilo de Bart Simpson pero negra)... Chillido de Macarena que nos hace torcer a ambos instintivamente el cuello para visualizar su crispado rostro... Reproche mío hacia ella del tipo "¿Has visto los problemas que provocas con tus presiones poniendo a nuestro hijo de los nervios?" ... Respuesta inesperada del adolescente Javier: "¡Ella no tiene la culpa!"... Reacción mía levantando los brazos en señal de victoria y sarcasmo sonoro: "Hombreeee...he conseguido que defiendas a tu madre", tocando al mismo tiempo las palmas... Efecto consiguiente: madre e hijo salen de la habitación y yo me limito a volver a sentarme y seguir subrayando la parte del temario que en ese momento versa sobre la libre circulación de los trabajadores por la Unión Europea... Impresentable, ¿verdad?.

           Esta vez no he sido yo quien, para restar tensión al hogar, lo ha abandonado temporalmente para cantar un par de canciones en el coche o se ha limitado a dar un despejante paseo que invite a la meditación o a la reflexión. 

           Pero sí que he dejado de centrarme en el articulado de esa parte del temario para abrir este nuevo post de mi blog en su lado más personal... 

          La escritura apacigua de un modo similar al modo en que la música amansa a las fieras... Se habla del peligro del lenguaje escrito en los wasaps o en las redes sociales, pero en este caso el lenguaje escrito sólo supone un peligro para la sinrazón y la soberbia. Constituye un bálsamo y un rincón para hacer una crónica de lo acontecido de forma agria al mismo tiempo que facilita una búsqueda intuitiva de soluciones o remedios que bullen en la sacudida mente del ser de uno mismo.

        ¿Y ahora qué? Me he tranquilizado o he puesto orden a la descripción del conflicto, pero me siento como un traidor de mi propia cesta de valores entre los que no cuentan los actos violentos ni la vehemencia como arma para contrarrestar una crisis. Posiblemente sea como cualquier cabra que tira pa'l monte. Así que menos pajaritos, Fran Patricio, y sigue aprendiendo.

        

        

sábado, 30 de marzo de 2024

El desplome

         Fue una sesión acordada sin especial motivación. Por supuesto, con motivos, con razones de peso, con agrado, pero carecía en apariencia de urgencia.

        Javier ya había tenido dos sesiones con Fran Mateos y es justo decir que algún avance había experimentado en la forma de relacionarse con su madre, pero ocurre que somos poco constantes y ni él ni yo aplicamos la máxima de repetirnos el mensaje que nos permita interiorzar el "truco" que nos lleve a la aceptación total del carácter de Macarena: "1º) Ella es así; 2º) No puede remediarlo o evitarlo; 3º) Lo hace por tu bien.".

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        El caso es que Javier entró en crisis y la tutora llamó a Macarena para decirle que se había extrañado de los resultados de la segunda evaluación: tres suspensos y sin entregar ciertas tareas. La madre casi colapsa con la noticia y, tras encajarla, justifica a su hijo diciendo a la servicial profesora que puede que la causa del descenso en el rendimiento se deba a que hemos estado a punto de separarnos...

        Es una justificación quizás en señal de defensa de nuestro hijo, pero es muy probable que debamos ahondar en el problema que no es tanto que haya suspendido como que nuestra relación haciendo aguas haya afectado a nuestro hijo más joven que tiene muy cerca terminar 2º de Bachillerato y al que en definitiva le haya podido sumir en un estado cercano a la tristeza y al bloqueo.

        Lejos de reconvenirle por sus calificaciones, nos acercamos para preguntarle si había algún problema, tal vez yo más precipitadamente que Macarena quien hizo gala de su pragmatismo (sereno en esta ocasión) y le invitó a organizarse y a estudiar con mayor concentración en un lugar más ajeno a la dispersión o las distracciones. Y el chaval hizo caso. Ahí está poniendo de su parte sin cuestionar el consejo materno, pero sí que reincidiendo en su proceder desordenado siendo esto origen de un par de episodios de tensión entre madre e hijo, lo cual me llevó a procurar una tercera sesión con nuestro psicoterapeuta sevillista. 

        Pero Javier "no tiene el día" y declina mi propuesta y Fran Mateos, amablemente solícito, me invita a que quedemos para respaldar mi propio proceso de mejora personal.

        Como fije al principio, no había un motivo particularmente acuciante para visitar a mi tocayo asesor, pero vi en su ofrecimiento una oportunidad para tratar varios puntos y uno de ellos era por supuesto el propio Javier.

        Fran Mateos considera probable que Javier no entienda bien las cosas y que debería tratar de comprenderlas sin recurrir a la memorización pues, en el momento en que falla una sola palabra, lo demás se tambalea... Así que es mejor que trate de entenderlas y explicarlas con sus palabras. De hecho, me contó que tenía una paciente de la misma edad de Javier y le había dado ese consejo ante el resultado de seis asignaturas suspensas, logrando aprobarlas todas en la actual evaluación.

        Y respecto a la discusión de Javier con Macarena, el ambiente se hacía insoportable hasta el punto en que, trasladándoles a una clínica dental donde ambos tenían cita, tuve que exigirles calma dado el riesgo de que me transmitieran esa tensión tan perjudicial para la conducción segura que hay que cumplir en todo momento al volante de un coche. Pero no quise perder la oportunidad de decirle a mi hijo delante de su madre que no es normal que sea tan desordenado incluso en un día en que tenemos una cita y que, pese a yo aceptar su falta de orden habitual. él debía admitir tal defecto y poner remedio. Él respondió en un tono algo enojado que lo admitía, pero sorpresivamente pasó al silencio cuando le expresé que no lo consideraba tonto y que, al contrario, era listo y que por eso mismo yo no entendía esta falta de actitud más organizada y que le llevaba a encontronazos continuos con su madre. 

        Por este motivo, Fran me recordó los tres puntos cruciales para aceptar a Macarena: "1º) Ella es así; 2º) No puede remediarlo o evitarlo; 3º) Lo hace por tu bien.".

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        El segundo apartado que yo llevaba anotado era Macarena y mi tocayo abordó por enésima vez mi resistencia a aceptar su diferente personalidad. Debería verla como un complemento:

        - Tú eres sensible, bohemio, poco práctico - me decía Fran Mateos - Ella es el contrapunto a tu personalidad.

        Me dijo que debo aceptar que realmente la quiero aunque no tanto como cuando estaba enamorado.

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        Hedonismo era el tercer punto previsto de forma improvisada en mi libreta camino de la consulta... Fran me dijo que debía pasar página de verdad en el sentido de que aquella oportunidad pasó, que no quise aprovecharla por mi mujer y que aquella oportunidad tiene a otra persona y que por supuesto no quiere saber nada de mí.

           En este apartado, surgió un tema delicado, personal e íntimo: el de mi "libido". El psicoterapeuta, lejos de preocuparse, no sólo le restó importancia, sino que creí ver en su reacción algo de ensalzamiento y aprobación por sentirme vivo ya que demuestro tener salud y ganas de vivir y porque considera que la sexualidad es individual y sana.

        Tras tantos años juntos, he de valorar que mi mujer me gusta fisicamente. El terapeuta sevillista me asegura que hay hombres que aborrecen a sus mujeres tras un largo tiempo de convivencia y piensa que yo quiero a la mía más de lo que creo, no debiendo compararme con su grado de enamoramiento ya que ello me hace sentir en deuda con ella. 

        He de tener en cuenta los pasos que estoy dando: "más cariñoso...más tolerante".

        Me exijo demasiado en general:

            - Debo darme permiso a tener fallos y ser humano.

          - Mi naturaleza es distinta a la de ella: mi concepto de "disfrute" frente al suyo de "que no nos falte de nada".

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        Para terminar...el tema de mi madre y mis recuerdos de ella... y brotaron cosas y surgió...mi padre... Y aquellos brotes de sensaciones escalaron desde un nivel de enigmática apatía hasta un punto donde el abismo emocional se atisbaba desde unos ojos que empezaron a humedecerse...

        ...porque esa inquietud aséptica sobre mi falta de añoranza, amor y cariño hacia la figura de mi madre seguía chocándome ya que, tras su muerte hace casi 11 años (8 de mayo de 2013), no he derramado aún una lágrima por ella. Esto lo plasmé en una conversación con mis hermanas y posteriormente en un post en otro blog al que di el título de "Ni una lágrima"

        Suena burdo, ¿verdad?... Suena injusto... No parece natural... Todo el mundo recuerda a su madre: "como mi madre, nadie cocina igual"..."mi madre era la mejor del mundo"..."la echo tanto de menos"... "la echo en falta a cada segundo...".

        La cuestión es que ignoro el porqué de mi falta de emoción, de cariño o anhelo...y lo plasmo y no lo dejo estar, no lo dejo fluir, no lo asumo como algo natural aunque atípico.

        Fran Mateos irrumpe en mi secuencia de autoacusaciones para sentenciar a mi favor y dictar que "no se puede obligar a los sentimientos". Mis padres no podían obligarme a nada respecto a los sentimientos...

        ...y yo le vuelvo a decir que no lloré por mi madre tras morir y pese a que ella fue la mayor sufridora en vida que he conocido...pero sí que experimenté por mi padre sensaciones tras su muerte (2 de abril de 2001), siendo prueba de ello que aparecía en muchos de mis sueños viviendo solo en un piso oscuro y a mí eso me llevó a conmoverme. "Murió" en vida cuando yo contaba sólo con 13 años... y, sin embargo, cuando murió realmente cuando yo tenía 34, vinieron mis reacciones emocionales... 

        Y efectivamente, avergonzado ante el eficiente psicólogo, mis ojos ganaron humedad...y lo peor fue que mi voz empezó a quebrarse mientras contenía a duras penas la proliferación de lágrimas al mismo tiempo que reconocía que en el caso de mi padre sí tuve recuerdos emotivos y sentía no haberme portado bien con él pues fui frío y gélido y mi corazón le rechazó justo iniciando mi adolescencia hasta muchos años después, tras su muerte.

        Tal vez no sea éste el post adecuado para explayarme sobre mi propia autocrítica por no rendir un homenaje justo a la memoria de mi madre, mujer que me dio la vida y que me dio una extraordinaria lección en tiempos aún no democráticos cuando, contando con sólo 8 o 9 años a lo sumo, increpé a una señora musulmana en Melilla que se hallaba trabajando en el portal del bloque donde vivíamos por llamarme la atención y pisar el suelo mojado que acababa de fregar... 

        Yo era el encargado habitual de "hacer los mandados" en casa y venía desde la tienda de Ismael, propiedad de una familia también musulmana que siempre me trató con un especial cariño desde que era casi un bebé y me llamaban Paquito y todo era amabilidad, buenas palabras y simpatía con un chaval que mucho tiempo atrás, quizás con apenas 5 años, había recibido el ataque de una gata que defendió instintivamente la integridad de sus cachorros al verlos en brazos de Paquito acurrucados por éste tan pequeños y entrañables bajo el hueco del mostrador por donde se accedía al interior de la tienda... Mis propios brazos llenos de arañazos quedaron grabados en mi memoria y quizás han sido siempre un motivo de excesivo respeto ante la presencia de gatos en mi entorno.

        Tomo el hilo del relato del episodio donde se produjo la discusión con la mujer ataviada con el tradicional ropaje marroquí, que recuerdo de color blanco aunque no especialmente claro, para los menesteres de su momento laboral y, tras atravesar el mojado portal, ésta me recriminó el poco cuidado que puse al pisotear el trabajo por ella desempeñado... Yo iba cargado con las bolsas de la compra y semejante reproche no me sentó nada bien... Así que, tirando de soberbia y orgullo, no me quedé callado pese a lo niño que era... Y las voces llegaron a los atentos oídos de mi madre que se hallaba en el primer piso donde vivíamos:

        - ¿Qué ocurre, Francisco Javier?

        - Nada, mamá...que me ha reñido la mora por pisar el portal cuando he entrado con los mandaos.

        - Claro, es que has pisoteado el suelo que ella ha fregado y así no se habla además a una persona.

        - Pero si es simplemente una mora, mamá...

        - Da igual, Francisco Javier: todos somos hijos de Dios. Y esa mujer merece el mismo respeto. No vuelvas a referirte así a ninguna persona.

        Éste es el mejor recuerdo de mi madre... Importante, grande, noble, humano, piadoso, razonable, solidario...

        Sin embargo, en mi corazón, no hay un pálpito emocional que despierte en mí el más leve estremecimiento por cariño o aprecio.

        Lejor de rendir un tributo a mi madre, traje a colación ante Fran Mateos la conversación con mis hermanas siempre tan generosas en palabras y recuerdos positivos hacia nuestra progenitora contrastando con mi apatía emocional como hijo. Les narré ciertas agresiones, pero no estaba seguro si éstas eran el motivo de mi falta de recuerdos cariñosos... 

        Realmente yo no siento rencor o creo no sentirlo, pues trato de poner en la balanza el hecho de que ella me dio la vida, me alimentó, me cuidó, se preocupó de que fuera educado y rindiera en los estudios, sufrió por mi frágil salud tal vez atormentada por el recuerdo de la repentina muerte de su hija Inmaculada con sólo 4 añitos...

        Sin embargo, me referí a palizas, agresiones...y las sigo percibiendo como injustas a pesar de que multitud de personas pertenecientes a mi generación dan por buenas tales muestras de violencia ante un simple rechistar o una conducta ligeramente desviada.

        No me remuerde la conciencia por no sentir cariño por mi madre, pero de modo objetivo tal vez pretenda exhibir mi injusta nula memoria cariñosa para con ella.

        Fran Mateos intenta corregir mis pensamientos.. No se me puede obligar a ciertos sentimientos...

       Cuando con 13 años, mi corazón cerró las puertas a mi padre fue porque lo que hizo no tenía cabida o no encajaba en mi mente... Y si con mi madre no tuve, al cabo de los años de tanto menosprecio por parte de él hacia ella, más empatía y cariño, puede que fuera porque lamentase que ella no le hiciera frente y fuera tan pasiva... Pero hasta esa dejadez la veía yo normal... Ella no sabía hacer otra cosa que estar en casa y hacer lo propio que se presuponía que le correspondía, Eran otros tiempos, ¿verdad?... Pero, ¿por qué sigo sin ponerme en su lugar y arrancarme un minúsculo jirón de amor hacia ella? 

        Lo dejo aquí... Esto empieza a ser tóxico pues no identifico mi sentimiento o quizás sí tenga clara localizada la clara falta del mismo. Me falta quizás aceptarlo.

        Y Míster Fran me ayuda con su mensaje:

            "Cometes el fallo de sentirte culpable por los sentimientos. Y los sentimientos no son                             voluntarios, sino consecuencia de lo que hagan las personas por nosotros...No se puede querer              a la fuerza... Recuerda que la condición de la culpa es querer hacer daño y tú no has querido                 hacer daño ni a tu padre ni a tu madre. Cero culpas. Y aceptar que lo que se siente no puede                 ser impuesto por parentesco, sino que es consecuencia de nuestro comportamiento"


                    "Palizas... El miedo no es compatible con el amor" 

        

            



lunes, 24 de enero de 2022

Incontinencias verbales y escritas

    Mi hijo mayor hace llegar desde Madrid un ramo de flores para su madre aquí en Sevilla por su 51º cumpleaños... Mis regalos, consistentes en dos libros que versan sobre la alimentación sana y su influencia en nuestras conductas, una sudadera informal con motivos musicales y una botella de vino blanco "Tierra Alta", no agradan tanto como el elegante ramo con el que David ha agasajado a Macarena. No me molesta la discrepante valoración entre mis regalos y el de nuestro hijo, pero en un grupo reducido de "wasap" familiar hago ver lo complicado que es complacer a mi mujer... Pocos minutos más tarde me llevo el reproche de David porque considera que mi comentario estaba fuera de lugar... Mi sarcasmo tan presente en los últimos tiempos tiene un efecto venenoso sobre la percepción de mis palabras y desencadena la sinceridad intervencionista de mi hijo... Este es un nuevo capítulo de mi falta de contención en los pensamientos.

    Unos días más tarde, un concejal de una formación progresista del Ayuntamiento de Zaragoza ve cómo se le escapa un desafortunado calificativo hacia la persona del alcalde de Madrid. Su actitud es inmediatamente puesta en entredicho por la persona responsable de la dirección del pleno municipal. El concejal reconoce que se ha equivocado, pero no demuestra un arrepentimiento sincero. Ese mismo día una publicación del periódico "Público" recoge la noticia y no puedo evitar expresar en Facebook mi contrariedad por la falta de respeto de Alberto Cubero hacia la persona del alcalde de Madrid, al ser ofensivo con un rival político. Y dejé claro que en política se puede ser muy distinto en la forma de pensar y de actuar, pero eso no justifica que se insulte o falte al respeto al adversario. Las reacciones a mi comentario no se hicieron esperar, pero en ningún caso recibí un ataque o una crítica grosera.

    Dos de mis sobrinas dan positivo en Covid y tienen que confinarse. Una de ellas no pide la baja y teletrabaja. Le hago ver en el grupo de wasap correspondiente que debe cuidarse y recibir la baja, pero tanto ella como una de sus hermanas responden que se encuentra bien y que ello no le impide trabajar desde su habitación y que cada opinión es respetable. Yo les argumento que eso está muy bien y que las entiendo, pero que tengan cuidado con los abusos de las empresas. Como mi consejo no pedido podía tener mal efecto, recalqué que lo decía por su bien y que tuvieran cuidado pues las empresas no tienen en cuenta muchas veces tu generosa entrega...

    Mi compañero de colaboraciones audiovisuales, Jesús LG, consigue terminar el vídeo de la canción "Son cuatro días" con la magistral colaboración de Jucho aportando dibujos ilustrativos sobre el tiempo que empleamos conectados a las redes sociales y a la televisión y con la elegante y bella voz de Eva García-Diéguez en la canción compuesta por Jesús donde él además toca la guitarra y la percusión y yo incorporo bajo, piano y sintetizador. El resultado es ciertamente bonito y edificante. Jucho, Jesús y yo estamos conectados en uno de los pocos grupos de wasap que mantengo y se me ocurre bromear con comentarios procaces para darle algo de animosidad a las conversaciones... En un contexto de simple intercambio de esfuerzos artísticos, mi exabrupto pareció estar de más...

    Son algunos ejemplos de mis nuevas incontinencias en mis intervenciones y declaraciones...

sábado, 30 de octubre de 2021

Bromas poco acertadas

         Llevo años pensando que pasé de ser una persona muy callada y discreta a ir convirtiéndome en un tipo más desinhibido y mordaz...

        La desinhibición fue calando más en el trato personal directo, en las conversaciones o en los encuentros casuales en escenarios más bien ociosos y de escasa seriedad como parques de niños o recintos caninos. Esta desinhibición es positiva pues logra conectarte con el resto de seres y enriquecerte aunque sea de un modo superfluo y social.

        Pero la mordacidad de vez en cuando ha ido apareciendo inyectada en foros escritos donde el uso del móvil ha introducido la casi absoluta obligatoriedad de la respuesta inmediata... 

        Soy una víctima y también un verdugo de este desafortunado estado de dependencia tiránica a las redes sociales y a las conversaciones de móvil. Mi falta de contención me lleva a autodescubrirme y a observarme como alguien a quien falta cierta capacidad de "escucha" y que se muestra lenguaraz e inoportuno... ¿Por qué? ¿Por ser discrepante, diferente o sencillamente tener otros gustos?

        Entre los pensamientos sanos que por suerte se manifiestan en publicaciones informales y desinteresadas en alguna red social (en este caso, ya no tan desafortunada) del mismo modo que en tiempos pasados se han proclamado en forma de dichos o refranes, cada vez me seduce más asumir uno que viene a transmitir algo así como que "es mejor el silencio que la sinceridad perturbadora". Entiéndase esta clase de sinceridad como aquella que es realmente innecesaria o está de más, por ser dañina o tóxica, por herir a buenas personas sin motivo justificado salvo que uno quiera justificar su propia mordacidad o discrepancia.

        Mi móvil está a punto de morir... Mejor dicho, el antiguo móvil que hace aproximadamente un mes "heredé" de mi hijo mediano. Es decir, conociéndoseme como adicto a este aparatejo, cualquiera pensará que puedo entrar inminentemente en estado de pánico... Pero digo yo: ... o bien aprovechar esta "trágica" tesitura como una bendita oportunidad para reflexionar sobre un cambio de actitud y la consecución de una amplitud de miras que me permitan recuperar y/o fomentar mejores hábitos.

        La razón de esta nueva publicación nació ayer por la tarde al mantener una conversación de "wasap" con un amigo con el que colaboro habitualmente en la creación de canciones casi siempre compuestas por él y que dan servicio al estilo de banda sonora a montajes audiovisuales de carácter paisajístico rural, histórico o incluso social del día a día. Jesús LG es una persona a la que apasiona la Historia y, sobre todo, de la tierra en la que reside desde hace unos veinte años: Extremadura. Jesús es amante de la música tranquila, hecha por buenos cantautores, cantada sobre todo por bellas voces femeninas, escrita con versos maduros e impregnados de emociones y elegancia... Jesús es un clásico que gusta del sonido procurado por instrumentos tradicionales tanto convencionales como rústicos... Esto es un mérito en un contexto en el que la saturación tecnológica musical demanda desde hace muchos años continuas actualizaciones...

        Aprovecho que mi móvil está a punto de empezar a dar estertores y no me permite comunicarme con Jesús por wasap para reconocer que tal vez fuera él (ayer viernes por la tarde) una víctima de alguna de mis impertinencias. Él, que por fin parece haber decidido hacerme caso y acceder a comprar una tarjeta de sonido que le facilite mayor calidad en las grabaciones de sus interesantes grabaciones, recibió como respuesta mía un mensaje escéptico en forma de reprimenda cariñosa espetándole algo así como "no te me vayas a enfriar por el camino y te me vayas a comprar un cencerro o una zambomba, pues eres más bien tradicional".