miércoles, 24 de abril de 2024

Salvar la espesura

     No es la primera vez que me autocritico por mi creciente falta de contención... Algunas personas la llaman "incontinencia verbal", pero yo creo que tiene más que ver con una actitud con mayor amplitud de contextos y no se limita a un exceso de locuacidad por mi parte.

    Soy muy dado al disfrute personal individual aunque también comparto bonitos momentos con otras personas. El espectro social ha cobrado en mi vida dimensionamiento gracias a las tecnologías y yo he caído en las zarpas del 'wasap' y de las redes sociales... No las condeno, pero tampoco hago buen uso en numerosas ocasiones, precisamente por la falta de contención a la que me he referido al principio.

    En el día que precede a la confección de este artículo he tenido al menos tres ejemplos de incontinencia verbal y psicológica.

    El primero, abriendo mi baúl emocional a mi cuñao chico quien, acuciado casi dramáticamente por los efectos que ocasiona la actual depresión de mi hermana, me expresa su impotencia puntual al faltarle alivio dado el encierro padecido en las últimas tres semanas por los cuidados y atención que ésta necesita o por experimentar aquél frustraciones en el trato o relación con sus hijos, acostumbrados a notar una cohesión admirable en la imagen de pareja que sus padres suelen mostrarles y que ahora languidece por faltarles aunque sea efímeramente ese bastión hiperactivo que encarna la madre de la casa, convaleciente ahora tras desparramarse todo su aguante y entereza... Y mi cuñao chico, en su hondo desahogo, vio en mí a alquien que no es del todo férreo y cató mi vulnerabilidad y me planteó si realmente soy feliz con quien convivo o si voy a ser honesto de una vez y apostar por una nueva vida que me permita sentirme más dueño de mis decisiones pese a que el mal trago de un inevitable duelo o sufrimiento se cierna tras ese paso al que me he negado siempre...y al que me sigo resistiendo.

    Una segunda oportunidad de "exceso pensativo" se produjo al final de un ensayo con el grupo Los Boomers, justamente al recoger los cables e instrumentos y ordenar el local cuando, en ese trasiego de movimientos responsables, aprovechamos a través de desenfadadas conversaciones para tocar cuestiones ajenas a la música sin ser del todo conscientes del riesgo de provocar que surja un tema de debate que divida al grupo en dos segmentos ideológicos... Tácitamente casi acordamos en su momento no sacar a colación asuntos políticos precisamente en aras de preservar la amistad o al menos el buen ambiente entre compañeros, pero sucede que a veces es inevitable hacer alusión a la política aunque sea en una burda referencia al sueldo que cobran los miembros del Congreso. Y fue el cantante quien, comparando el sueldo de una persona normal con el de un servidor público, dijo que un diputado como Gabriel Rufián cobra 120.000 euros al mes. A mí me extrañó y así lo manifesté. Su respuesta fue tajante y aclaratoria: JL decía haberlo consultado incluso en el portal de transparencia. Confío en él y nada puedo objetar por tanto. Sin embargo, la alusión nominativa a un político independentista casi abre la espita de la discusión que no me gusta provocar, pero me siento obligado a responder a los insultos que empiezan a asomarse desde las entrañas de mis amigos musicales por no compartir los ideales del señor Rufián y por resultarles inconcebible que alguien que "odia a nuestro país" reciba semejantes emolumentos como un parlamentario más... Mi reacción es contenida y tímida, pero pretende ser clara y les digo que este hombre es mejor persona de lo que ellos intentan mostrar y les digo que no es tanto pretender por su parte separarse de España como aspirar a un modelo político republicano... No soy experto... Tampoco estoy seguro de que sea exactamente así, pero sí que es verdad que admiro a Gabriel Rufián por otros pensamientos y declaraciones mucho más alejadas del independentismo de las que otros grupos o representantes políticos preconizan.

       Como tercer ejemplo de espesura rutinaria, traigo a la palestra un incidente culinario. Había concertado cita con Fran Mateos a las 9:45 de la mañana de hoy miércoles 24 de abril de 2024. No tengo nada apuntado para esta nueva terapia, pero tal vez mucho que decir y expresar. Sin embargo, por cuestiones logísticas de cara al cuidado de mi suegra recién intervenida de una de sus rodillas, Macarena me pide adelantar la cita a las 9:10 para que yo haga compañía a su madre en el hospital Virgen del Rocío a partir de las 11:00... No hay problema en cuanto mi psicólogo admite ese adelanto... Pero hay que hacer la comida, por lo que tras cenar, al llegar a casa después de ensayar, me dispongo a preparar unas lentejas con chorizo en la olla eléctrica. Buena improvisación que paradójicamente responde a un inusual instinto de previsión... El problema es que el proceso de elaboración tarda más de lo esperado y a mí se me caen los ojos de sueño... Como está programado el proceso, éste acaba y se puede quedar así una vez pasado el tiempo. Pero para poder abrir la olla sin riesgos provocados por la presión del calor, es necesario dejar transcurrir unos minutos... Lo reconozco: el sueño me vencía y me acosté aun a sabiendas del riesgo de pastosidad que podían sufrir las lentejas si permanecía la olla mucho tiempo cerrada... Aunque me acosté a las 00:30 aproximadamente, a las 3:30 me desperté por una extraña pesadilla relacionada con el otro grupo, Numerus Clausus: tenía que prepararme para cantar, tocando al mismo tiempo un ukelele, la canción "High and dry", de Radiohead, y justamente antes del concierto me doy cuenta de que no he ensayado lo suficiente y para colmo no tenía impresa la letra de la mencionada canción... Sueño surrealista total, pues no creo que Radiohead sea santo de devoción de Numerus Clausus... Pero pesadilla al fin y al cabo que provoca mi habitual desfile de pensamientos y tormentos entre los que se encuentra mi preocupación por haber abandonado a su suerte las lentejas con chorizo... Este desastroso pero voluntarioso amo de casa se levantó sin dudarlo para cerrar con el maximo cuidado la puerta del dormitorio donde quedaba Macarena afrontando el natural descanso de esa hora y más necesario que de costumbre al haberse acostado resfriada y con fiebre (la feria y sus "excesos"...) y, poniendo el mismo esmero en pro de la conservación del más absoluto de los silencios, abrió la puerta de la cocina para acometer la ansiada apertura de la olla de lentejas con chorizo... Y efectivamente: espesas como nunca... Hay salvación: dos fuentes y distribución equitativa de las lentejas con sus respectivos trozos de chorizo dulce. No estaban quemadas ni pegadas, así que agregar la cantidad justa de agua propició que cobrasen un aspecto suelto y conservasen además el sabor adecuado que las siguiera haciendo atractivas para ser consumidas una horas más tarde.

    Siento visualizar tanto barro en mis relatos, pero es una forma de confesar que entre mis defectos toma con mayor posición la proliferación de anécdotas muy proclives a meterme en charcos de todo tipo, a desatar mi lengua en cuestiones privadas y personales y a manejar con cierto despropósito labores tan asiduas como preparar la comida para mi familia... Pero pese a ello, el atasco, el amontonamiento emocional, el bloqueo de los sentimientos, la colisión de posturas partidistas, la espesura de la comida...tienen remedio con voluntad y acción. De todo se sale. De todo se aprende.

    

       


    

viernes, 19 de abril de 2024

La espalda de mi mujer (sesión conjunta de jueves de feria)

 

Sesión 18/04/2024

        No me encuentro en el mejor momento de avidez escritora, pero sí reúno las suficientes fuerzas para dejar constancia de lo tratado en la joven tarde del jueves de feria.

        Macarena inicia su relato:

            - Empieza hablando de una película que vio hace unos días en casa en la que la mujer protagonista decía sentirse infeliz y su marido, que no sabe cómo dejarla, le busca un entretenimiento, un trabajo...quizás incluso intenta encontrarle un amante.

          - Hace tres semanas la cosa empeoró tras una discusión mía con Javier en la que llegué a amenzar a nuestro hijo más joven con "reventarle" si volvía a hablarnos de cierta manera, sobre todo a su madre... Era casi mediodía y desaparecí hasta las 5 de la tarde. Al día siguiente me disculpé ante Javier por proferir semejante expresión.

           - Suspensos de Javier... Preocupación... Según mi mujer, bronca desproporcionada con ella porque tuve que sacar a Yako (al menos, hace hincapié Macarena en que le respondí que había dormido sólo 4 horas... realmente duermo poco). Y otras broncas...

        - Feria... lunes de feria ... reunión con el Decano Álvaro y otras compañeras y compañeros en la caseta del Colegio de Economistas. Yo la llevo en coche. ella bien guapa con su traje de gitana de color rojo estrenado en la feria de abril de 2016, con un calor superior a los 30º y la dejo en la rotonda que conecta con el recinto ferial al cruzar el puente de Las Delicias. Tras ello, emprendo el camino a casa de mi hermana Mayra inmersa en una profunda crisis depresiva que la tiene hundida desde hace una semana como mínimo.

        - Antes cómodo en mi papel... Ahora encabronao... Es la conclusión de mi mujer respecto a mi sentir actual como amo de casa... No le falta cierta razón.

        - Viniendo a la consulta, ella avanza antes que yo sin mirar atrás...como hacía antes con los niños... Ya ni eso.
   
         - No sabe si está enamorada de mí o de la idea de que voy a ser el de antes... Entiendo que, más que enamorada, siente añoranza.

        - Se considera lo suficientemente interesante como para que la atienda más y comparta más momentos con ella.

        - Mucho tiempo con el perro por la noche: una hora...incluso una hora y media... Fran Mateos le dice, ante la pregunta de ella sobre si lo ve normal, que si Yako realmente lo necesita, sí lo considera razonable... y no tanto si es otra cosa.

        - Echa de menos la vida en pareja

    Fran Mateos escuchó atentamente todo e intervino lo preciso. También habló bastante tras la exposición de Macarena. Dejó dos ideas:

        - Juego "Rumicú": no conoce a familia que no se haya sentido enganchada con dicho juego.

       - No hacer obligatoria la salida del domingo: es una sugerencia de mi tocayo psicólogo tras percibir mi necesidad de descansar de la tarea de la cocina y qie consiste en que, de 7 días, al menos dejar uno (el domingo) de preparar comida. Según mi mujer, mis hijos hacen el esfuerzo de salir a comer porque si no, me enfado... Tal vez les apetezca más quedarse en casa o pedir comida a domicilio... Nuestro psicólogo dice que no hay que obligarles, pues terminarán odiando salir a comer conmigo... Les digo que lo entiendo, pero a mí me gustaría descansar un día a la semana o al menos no estar metido horas en la cocina y liberarme de esa carga al menos un día pudiendo comer fuera y a ser posible incluso fuera de Sevilla...aunque sea un bocadillo en un campo o algo rústico en una venta... Maca llega a decir que no tiene por qué ser un domingo sino que también puede serlo un sábado a lo que el teapeuta responde que eso está muy bien si ellos se unen el sábado a ese almuerzo externo y nos dejan solos a ambos al salir el domingo, lo cual es casi más aconsejable...

    Fran Músico... Como dije al principio, no estoy muy inspirado para la escritura y los pensamientos brillantes... Me siento  débil, triste, desesperanzado o, peor aún, falto de ilusión... Y me pregunto cómo puede una mujer como Macarena aguantar a semejante individuo como yo.

    Trato de hacer acopio de razones o argumentos por muy deslavazados que se presenten. Y lo primero que se me viene a la mente es, cómo no, la Música... Lo siento, pero está ahí... Es una referencia vital, es un sostén emocional... No digo que me reporte absoluta felicidad, pero me enriquece, me da alivio, me da juego, me da entretenimiento, me hace estremecer, me provoca frecuentes momentos de lágrimas y no precisamente de amargura o desazón, sino de dulzura que a veces pasa de intensa a confortable... Saca lo mejor de mí, pero para mí mismo: ése es el problema... Aquí entra el ego, el egoísmo o el absoluto individualismo. 

    Cuando ayer "denunciaba" Macarena mi notoria y continua reticencia a hacer vida en común en el salón junto a ella e incluso junto a mis hijos las pocas veces que coincidían en dicho espacio, yo me daba cuenta de lo poco parecidos que somos... Dejó de interesarme el fútbol hace bastantes años, incluso aunque el Sevilla sea uno de los equipos en discordia futbolística y estén retransmitiendo un partido crucial para sus aspiraciones... Yo, que los he llevado al Sánchez Pizjuán con el motor emocional del orgullo y de la dicha... Yo, que les he enseñado a jugar al fútbol con dos simples piedras en el suelo que hacían de portería a perforar imaginariamente por el balón vívidamente chutado... Yo, que les he acompañado gregariamente a muchos de sus entrenamientos y partidos... ¿En qué me convertí "Yo"?... ¿Qué estoy siendo "Yo"?... ¿A qué aspiro "Yo"?

    Hubo un momento en que anuncié a Fran Mateos y a Macarena que iba aser cruel con lo que quería decirles a continuación y, sensatamente, el psicólogo sugirió que me lo pensase antes de ser cruel. Maticé: lo que quería decirles iba a sonar crudo. En efecto, arriesgué y dije que no me hacía ilusión alguna ir de viaje con mis hijos y mi mujer a ese destino al extranjero durante unos días, según mi mujer para que, entre otras cosas, nuestro hijo pequeño se relacione mejor con los mayores. Mi tocayo psicólogo respondió que no es el mejor sitio pues eso se consigue en el día a día... Pero es un punto más en mi merecidamente ganada fama de gruñón: no disfruto de la idea de estar con mi familia en un lugar poco habitual aunque después realmente lo haga como el que más.

    Se me escapan detalles, pero llegamos a la conclusión los dos "Franes" de que yo soy más espontáneo y menos de programar asumiendo con facilidad el reto de coger el coche y viajar a Cadíz, pisar su playa, tomar un par de tapas y volver a Sevilla a las pocas horas en el mismo día, mientras que Macarena es más de organizar y tenerlo todo controlado y pasar una noche en un hotel para evitar la "paliza" de vuelta en el mismo día e incluso reservar algún evento para dar sentido a nuestro reparador viaje.

    Me aburro... Es una sensación que verbalizo cada vez de un modo más recurrente... He perdido contención en el habla... me he dejado la prudencia en la juventud más reciente... he ganado locuacidad con la madurez regañona y poco estilosa que estoy desarrollando... No me gusta esta forma de envejecer... Y me cuesta desviarla, corregirla, enderezarla, suavizarla... Me gustaría crecer y no envejecer pese a que cada vez tenga más edad. ¿Es posible eso?

    ¿Me he cansado de todo?... ¿Me cansaré incluso de la Música?

    Hace unos días hablé con Macarena para decirle que había pensado en recuperar el teclado y ponerlo en nuestro dormitorio... No me refiero al piano grande y pesado cuya colocación en nuestro cuarto arreció nuestra crisis en febrero... Pensé que era una forma de sentirme menos frustrado al estar algo más en contacto con la música... Ella no me contradijo pese a que seguro que temía sin expresarlo que me pertrecharía en nuestro dormitorio con la dichosa música como hice en épocas pasadas... Y así lo hice: la noche del míercoles de feria preparé el teclado Korg Kross de 61 teclas con su soporte de pie pegado a los pies de nuestra cama y empecé a sacar los acordes de una bonita canción de Paul Weller que conocí hace unos días gracias a la plataforma de canto "Smule" (por no decir plataforma de 'karaoke', término algo pachanguero pero que realmente refleja la finalidad de esta app: cantar duetos con otras personas o incluso en solitario esperando a que otros se unan...o no. La cuestión es cantar... La cuestión es hacer música).

    Macarena tiene la convicción de que sólo existe la música para mí y que sólo me importa ésta, lo que le ha llevado a odiarla no sólo a ella, sino que cree que a mis hijos también.

    Caí durante unos segundos en la cuenta de lo distinta que habría sido mi relación con mis hijos si tuvieran alma musical y así lo expuse en la sesión: cuando David tenía 12 años, le enseñé a tocar "Wish you were here", de Pink Floyd, con la guitarra española que me regalaron mis padres cuando yo contaba ya con 14 años y no me faltaba demasiado para los 15... Pero me di cuenta de que lo hacía forzado y nunca disfrutaba; cuando Jesús entró en el conservatorio, dejaba boquiabierto a su profesor de clarinete... pero terminó renunciando en el tercer curso por atravesársele la asignatura de "lenguaje musical" (antiguamente solfeo) y jamás volvió a tocar el clarinete; Javier superó al poco tiempo triunfalmente las pruebas de acceso al conservatorio, pudiendo elegir el instrumento más demandado por la matoría del alumnado aspirante y le compramos un buen piano digital de teclas contrapesadas con el que superó cuatro cursos de enseñanzas básicas, pero decidió no presentarse a las pruebas de acceso al grado profesional pues prefirió centrarse en su nueva etapa como estudiante de secundaria en el instituto... tenía 12 años y relegó su piano al rincón del salón, no volviendo a acariciar una sola tecla desde entonces.

    Me habría encantado que mis hijos disfrutasen de la música aunque fuera sin mí... Qué decir si fuera conmigo... Pero jamás quise obligarles pese a mis intentos de ánimo a través de mi aliento y sugerencias para que practicásemos justos ...

    La sentencia emocional de mi mujer parecía ganar adeptos en nuestros hijos mostrando un inequívoco rechazo a la desmedida pasión musical de su padre.

    Tras esta declaración de guerra a mi apego a la música, no quise dejar pasar la oportunidad de hacer un resumen sobre cómo fue mi día del jueves de feria.... Me levanto a las 6 de la mañana y me voy al gimnasio aprovechando que mi hijo Javier no tiene clase en el instituto, pero justo antes de entrar canto un par de canciones a la espalda del monumento a las víctimas sevillanas del holocausto nazi ubicado en la avenida Diego Martínez Barrio (sevillano que fue presidente de la II República Española en el exilio)... Una vez realizados los ejercicios a los que me obligo por un exclusivo interés de salud, me ducho y me voy al Bar Aljarafe de nuestro querido barrio de El Plantinar, donde el siempre amable Yon me sirve un café con leche elaborado por él mismo y media tostada preparada por Chari, su mujer... Yon es chino, pero parece más sevillana que su mujer, nacida en nuestra preciosa ciudad... Desayuno en el bar para evitar hacer ruido al entrar en la cocina pues despierta a Macarena... Pero subo para sacar a Yako no más de media hora en el parque de Federico García Lorca... Vuelvo y pongo a cocinar en la olla eléctrica alubias pintas con chorizo para proceder a continuación a llevar a Javier y a Macarena a la dentista... Una vez de regreso en el barrio, cojo el mando de la puerta del aparcamiento que David usa para poder entrar y salir con su coche y me dirijo allí mismo para comprobar que efectivamente no funciona, por lo que compro en una tienda la pila que presuntamente resolverá el problema del mando... Aprovecho la improvisada hoja de ruta acometida para atajar el problema y compro un kilo de patatas a Chari la frutera y pan en Polvillo y regreso al parking convencido de que el mando con su nueva pila hará abrir la puerta más cercana al colegio Aníbal González... Pero no... Maldita sea... Abro con el mando que funciona para abandonar el aparcamiento y rodear en coche toda la manzana con un efímero recorrido por la avenida Ramón y Cajal hasta llegar a la puerta del otro extremo del aparcamiento en la que probablemente sea la calle más corta de Sevilla: calle Fundación Vicente Ferrer, entre Urbión y Ulía, cuya prolongación es Igueldo... Y tampoco se abre... El mando definitivamente no funciona...

    Quien lea este pesado párrafo puede hacerse una idea de las horas y energías invertidas en unos y otros quehaceres...y eso que he sido escueto... Pues bien, mi mujer muestra entre orgullosa e indignada ante el cálido y paciente (como Job, no como usuario o cliente) terapeuta Fran por la tarde que ella ha sido quien ha tenido que gestionar el arreglo del mando llamando a la empresa encargada de la solución.

    De verdad que valoro el papel lleno de responsabilidad y eficiencia de Macarena, pero...¿es justo eludir todo el proceso por el que he tenido que pasar yo para evitar que mi hijo mayor tenga que mover un solo músculo en el manejo de este incidente? ¿No se trata de que cada uno cumpla con su cometido? 

    Continúo con mis tareas y frío en la freidora de aire que me regalaron en los RR.MM. del 6 de enero diez filetes de mero al limón que mi generosa suegra compró hacía una semana en un puesto de pescado congelado del mercado de abastos de Las Palmeritas. Como el resto está trabajando, sobre las 13:30 decido comer un plato de alubias y de ese modo puedo empezar a grabar después de varios meses en el teclado recién instalado en el dormitorio y sin molestar a nadie gracias al equipo de grabación casero del que dispongo. La canción objeto de experimentación es "You do something to me", de Paul Weller, y grabo primero una pista de piano y a continuación una de bajo... No están perfectas, pero no suena mal del todo... Tras ello, sirvo la comida a mi familia conforme van abandonando provisionalmente sus puestos de trabajo y sentándose cada cual en su momento en la mesa... Son servidos, son alimentados...

    Poco antes de las 4, decimos de salir hacia la consulta de Fran, el psicólogo... Vamos bien de tiempo, pero mi mujer se adelanta medio minuto... Yo no estoy sentado, ni tumbado, ni siquiera estoy tocando el piano o rasgueando la guitarra... Estoy afanosamente poniendo algo de orden en la cocina, pero el eliminar algunos rastros de suciedad o colocar algún objeto en su lugar que reste caos a los efectos del trabajo de elaboración de la comida me lleva a salir medio minuto más tarde de casa y ver durante los 5 minutos que dura el trayecto hacia la consulta de Fran la arrogante espalda de mi esposa que ya dejó de preocuparse de mirar hacia atrás cuando los niños no eran ya tan niños... Ya no hay esa empatía que la llavaba a entender por qué actúo de cierta manera y no ya en un concierto de rock, sino en un pequeño espacio de nuestro hogar donde ella está exenta de muchas labores grises y rutinarias...

    Me llamó la atención el ejemplo de un paciente del que nos habló Fran Mateos que no se encuentra a gusto con su mujer y que por tal motivo acude a su consulta y, tras la insistencia de éste sobre esa falta de feeling o bienestar, el paciente termina de reconocerle en la tercera sesión que no está enamorado de su mujer y sí de otra. Nuestro psicólogo fue inusitada pero lógicamente directo con él: tiene que dejar a su mujer a quien ya no quiere y más bien aborrece pues ha encontrado a una sustituta.

    No recuerdo si hubo un razón concreta y clara para que Fran Psicólogo sacase a colación esta historia o sencillamente nos la mostró para dejar claro que no era el problema (al menos así lo expresó) que yo tenía pese a mi clara falta de interés de hacer vida en común con mi mujer...incluso con el resto de mi familia.

   Creo recordar que al final de la sesión nuestro terapeuta manifestó satisfacción por la sesión celebrada.
    

jueves, 11 de abril de 2024

Alta tensión

         Mal día para algunos miembros de la familia...

        Sobre las 10 de la mañana, el padre era preguntado por su psicólogo por WhatsApp acerca del estado de las cosas mientras aquél se dirigía al centro de salud preocupado por una inquietante opresión sobre el pecho surgida tras el ensayo con su grupo el día anterior. La respuesta fue algo confusa, pero era lógico dado que al hablar mientras andaba no hacía sino incrementarse la molestia pectoral que inundaba también parte del cuello.

        Tuvo suerte y había un hueco a las 11:18 debido a la anulación de una cita. La médica que le atendió le palpó el pecho y la espalda para comprobar si tenía una lesión física, pero el paciente decía que el dolor aumentaba al toser, respirar profundamente o agacharse para coger cualquier cosa. La doctora mandó hacerle un electro y tomarle la tensión y aquí se disparó la alarma: 17 / 10. Nunca había tenido la tensión alta y de repente se encuentra así... Para descartar ciertos problemas, derivaron al padre al hospital Virgen del Rocío donde le atendieron con diligencia y celeridad y las pruebas arrojaron resultados halagüeños pues la analítica de sangre y el resto de acciones no reflejaban un episodio cardíaco preocupante. Así que, dado que el dolor en el pecho se mantendría un tiempo, el médico le aconsejó el mayor reposo posible pues inevitablemente el tórax está expuesto a movimientos que dificultan la recuperación al realizar tareas rutinarias.

        Macarena también se convirtió en paciente al acompañar a su marido al hospital llevados por Jesús en coche. Llevaba un mes padeciendo de hemorroides, pero el diligente y amable médico hizo una exploracion con suma delicadeza y respeto -por supuesto, siguiendo el estricto protocolo de atención a cualquier persona usuaria- y tranquilizó a la sufrida mujer diciéndole que el aspecto era bueno y que en la exploración encontró restos de heces como consecuencia de los prolongados estreñimientos que ella suele tener. Duran a veces hasta 9 o 10 días. No quiero imaginarme cómo debe ser eso... (a partir de aquí, "el padre" se convierte en Fran, es decir, yo mismo).

        Tuve que acostarme tras almorzar y descansar durante más de dos horas... Lamentablemente no pude acudir a la cita con la tutora de nuestro hijo menor, Javier, estudiante de segundo de bachillerato... Macarena, la madre, vino con malas noticias: Javier había intentado copiar en el examen de Lengua Española y sólo había recuperado partes de la asignatura de Historia, además de haberse observado que habla demasiado con Rafa, uno de sus más antiguos compañeros (desde que iban a la guardería), motivo por el que habían sido separados en los últimos días...

        Convenía no enfrentarse con Javier pues el momento era delicado, pero sería irresponsable por nuestra parte no abordar el tema. 

        Yo me hallaba medio atontado pese a no tomar medicación alguna que me hiciera experimentar sensaciones lisérgicas. Supongo que la tensión alta había provocado este cansancio. Antes de que llegase Macarena a tutoría, visité la farmacia sobre las 19:00 para que me tomaran la tensión: 13 / 8. Mucho mejor que en la primera toma en el centro de salud. Pero seguía siendo alta para mí y me sentia cansado aunque no agitado.

        Escuché voces una vez que Macarena llegó a casa tras la tutoría... Confundí la defensa de Javier de su propia dignidad con cierta reprobación por parte de Macarena, pero no estaba seguro y no me preocupé como otras veces... Sin embargo, sí que se activó mi temor cuando escuché ciertos gestos de consuelo de la madre sobre su hijo ante lo que se asemejaba a un tímido balbuceo de éste que finalmente desembocó en un torrente de lágrimas y de escandalosa tos ... Javier estaba más bien histérico y envuelto en una irritación que no le permitia la más mínima oportunidad de calma.

        Macarena aprovechó para enseñarme el mensaje que nuestro hijo le había enviado y que reproduzco aquí:

            "Sé que parece o no suelo verbalizarlo, pero...lo siento. No sólo por haceros pasar por toda esta situación durante dos años seguidos. sino por encima convertirme en alguien peor en el proceso. He llegado a ser tan cobarde de nunca haber sido capaz de deciros las malas noticias hasta el último momento. Y sumado a eso, he sido tan cobarde que he sido capaz de mentirte hoy delante tuya antes que reconocerlo porque tampoco entiendo porque siento esa necesidad de tener que sentirme bien delante de vosotros y no poder derrumbarme. Tanto que no soy capaz de poder decirte esto delante tuya tampoco ni de poder ser capaz de pedirte perdón en nada de lo que hacemos o discutimos. Y sí: no quiero decirlo nunca, pero llevo mucho tiempo sin estar bien. Y nada de esto es ninguna excusa para que te dé menos pena lo que hice el viernes... ha sido lo peor que he podido hacer en mi vida académica nunca, pues he roto unos valores que daba como sagrados. Pero he llegado incluso a algo peor que es llegar a ser tan cínico y constantemente siento que me llevo autodestruyendo desde hace mucho tiempo... Lo de hoy ha sido una muestra de ello. Así que sí: lo siento por todo lo que os estoy haciendo pasar y espero que pueda terminar ya".

        No me encontraba yo con el mejor ánimo ni fuerte físicamente, pero sí lo suficientemente entero para acercarme a mi afligido y atormentado hijo. Le recordé que le había notado preocupado el día anterior al llegar de clase y por eso le pregunté si había habido alguna "historia" tanto a nivel educativo como emocional. Cerrado en sí como es habitual, me respondió secamente que no. Yo soy un poco pesado y le dije que me tenía para lo que necesitase y dejé de insistirle... Me enteré al día siguiente de que ese estado de preocupación se debía a la charla que su tutora acababa de tener con él al sorprenderle en el examen de Lengua intentando copiar...

        Por eso, cuando en la llantina postutorial con Macarena le recordé mi percepción sobre su preocupación el día anterior, llegué a decirle que incluso yo me sentía inquieto por posibles diferencias con su pareja y no tanto por la evolución de sus estudios. Javier, rescató arrestos de sincera dignidad de entre sus mortificantes lágrimas para decirme que no me preocupase y que Adrián era lo mejor que le podía pasar.

            Pues sí: por supuesto que los estudios son lo más importante ahora de cara a la preparación para un futuro formativo y profesional cada vez más próximo, pero no es menos cierto que, en una adolescencia convulsa con multitud de estímulos, sobresaltos y contradicciones, mantener una buena relación con la persona a la que amas es fundamental.