viernes, 19 de abril de 2024

La espalda de mi mujer (sesión conjunta de jueves de feria)

 

Sesión 18/04/2024

        No me encuentro en el mejor momento de avidez escritora, pero sí reúno las suficientes fuerzas para dejar constancia de lo tratado en la joven tarde del jueves de feria.

        Macarena inicia su relato:

            - Empieza hablando de una película que vio hace unos días en casa en la que la mujer protagonista decía sentirse infeliz y su marido, que no sabe cómo dejarla, le busca un entretenimiento, un trabajo...quizás incluso intenta encontrarle un amante.

          - Hace tres semanas la cosa empeoró tras una discusión mía con Javier en la que llegué a amenzar a nuestro hijo más joven con "reventarle" si volvía a hablarnos de cierta manera, sobre todo a su madre... Era casi mediodía y desaparecí hasta las 5 de la tarde. Al día siguiente me disculpé ante Javier por proferir semejante expresión.

           - Suspensos de Javier... Preocupación... Según mi mujer, bronca desproporcionada con ella porque tuve que sacar a Yako (al menos, hace hincapié Macarena en que le respondí que había dormido sólo 4 horas... realmente duermo poco). Y otras broncas...

        - Feria... lunes de feria ... reunión con el Decano Álvaro y otras compañeras y compañeros en la caseta del Colegio de Economistas. Yo la llevo en coche. ella bien guapa con su traje de gitana de color rojo estrenado en la feria de abril de 2016, con un calor superior a los 30º y la dejo en la rotonda que conecta con el recinto ferial al cruzar el puente de Las Delicias. Tras ello, emprendo el camino a casa de mi hermana Mayra inmersa en una profunda crisis depresiva que la tiene hundida desde hace una semana como mínimo.

        - Antes cómodo en mi papel... Ahora encabronao... Es la conclusión de mi mujer respecto a mi sentir actual como amo de casa... No le falta cierta razón.

        - Viniendo a la consulta, ella avanza antes que yo sin mirar atrás...como hacía antes con los niños... Ya ni eso.
   
         - No sabe si está enamorada de mí o de la idea de que voy a ser el de antes... Entiendo que, más que enamorada, siente añoranza.

        - Se considera lo suficientemente interesante como para que la atienda más y comparta más momentos con ella.

        - Mucho tiempo con el perro por la noche: una hora...incluso una hora y media... Fran Mateos le dice, ante la pregunta de ella sobre si lo ve normal, que si Yako realmente lo necesita, sí lo considera razonable... y no tanto si es otra cosa.

        - Echa de menos la vida en pareja

    Fran Mateos escuchó atentamente todo e intervino lo preciso. También habló bastante tras la exposición de Macarena. Dejó dos ideas:

        - Juego "Rumicú": no conoce a familia que no se haya sentido enganchada con dicho juego.

       - No hacer obligatoria la salida del domingo: es una sugerencia de mi tocayo psicólogo tras percibir mi necesidad de descansar de la tarea de la cocina y qie consiste en que, de 7 días, al menos dejar uno (el domingo) de preparar comida. Según mi mujer, mis hijos hacen el esfuerzo de salir a comer porque si no, me enfado... Tal vez les apetezca más quedarse en casa o pedir comida a domicilio... Nuestro psicólogo dice que no hay que obligarles, pues terminarán odiando salir a comer conmigo... Les digo que lo entiendo, pero a mí me gustaría descansar un día a la semana o al menos no estar metido horas en la cocina y liberarme de esa carga al menos un día pudiendo comer fuera y a ser posible incluso fuera de Sevilla...aunque sea un bocadillo en un campo o algo rústico en una venta... Maca llega a decir que no tiene por qué ser un domingo sino que también puede serlo un sábado a lo que el teapeuta responde que eso está muy bien si ellos se unen el sábado a ese almuerzo externo y nos dejan solos a ambos al salir el domingo, lo cual es casi más aconsejable...

    Fran Músico... Como dije al principio, no estoy muy inspirado para la escritura y los pensamientos brillantes... Me siento  débil, triste, desesperanzado o, peor aún, falto de ilusión... Y me pregunto cómo puede una mujer como Macarena aguantar a semejante individuo como yo.

    Trato de hacer acopio de razones o argumentos por muy deslavazados que se presenten. Y lo primero que se me viene a la mente es, cómo no, la Música... Lo siento, pero está ahí... Es una referencia vital, es un sostén emocional... No digo que me reporte absoluta felicidad, pero me enriquece, me da alivio, me da juego, me da entretenimiento, me hace estremecer, me provoca frecuentes momentos de lágrimas y no precisamente de amargura o desazón, sino de dulzura que a veces pasa de intensa a confortable... Saca lo mejor de mí, pero para mí mismo: ése es el problema... Aquí entra el ego, el egoísmo o el absoluto individualismo. 

    Cuando ayer "denunciaba" Macarena mi notoria y continua reticencia a hacer vida en común en el salón junto a ella e incluso junto a mis hijos las pocas veces que coincidían en dicho espacio, yo me daba cuenta de lo poco parecidos que somos... Dejó de interesarme el fútbol hace bastantes años, incluso aunque el Sevilla sea uno de los equipos en discordia futbolística y estén retransmitiendo un partido crucial para sus aspiraciones... Yo, que los he llevado al Sánchez Pizjuán con el motor emocional del orgullo y de la dicha... Yo, que les he enseñado a jugar al fútbol con dos simples piedras en el suelo que hacían de portería a perforar imaginariamente por el balón vívidamente chutado... Yo, que les he acompañado gregariamente a muchos de sus entrenamientos y partidos... ¿En qué me convertí "Yo"?... ¿Qué estoy siendo "Yo"?... ¿A qué aspiro "Yo"?

    Hubo un momento en que anuncié a Fran Mateos y a Macarena que iba aser cruel con lo que quería decirles a continuación y, sensatamente, el psicólogo sugirió que me lo pensase antes de ser cruel. Maticé: lo que quería decirles iba a sonar crudo. En efecto, arriesgué y dije que no me hacía ilusión alguna ir de viaje con mis hijos y mi mujer a ese destino al extranjero durante unos días, según mi mujer para que, entre otras cosas, nuestro hijo pequeño se relacione mejor con los mayores. Mi tocayo psicólogo respondió que no es el mejor sitio pues eso se consigue en el día a día... Pero es un punto más en mi merecidamente ganada fama de gruñón: no disfruto de la idea de estar con mi familia en un lugar poco habitual aunque después realmente lo haga como el que más.

    Se me escapan detalles, pero llegamos a la conclusión los dos "Franes" de que yo soy más espontáneo y menos de programar asumiendo con facilidad el reto de coger el coche y viajar a Cadíz, pisar su playa, tomar un par de tapas y volver a Sevilla a las pocas horas en el mismo día, mientras que Macarena es más de organizar y tenerlo todo controlado y pasar una noche en un hotel para evitar la "paliza" de vuelta en el mismo día e incluso reservar algún evento para dar sentido a nuestro reparador viaje.

    Me aburro... Es una sensación que verbalizo cada vez de un modo más recurrente... He perdido contención en el habla... me he dejado la prudencia en la juventud más reciente... he ganado locuacidad con la madurez regañona y poco estilosa que estoy desarrollando... No me gusta esta forma de envejecer... Y me cuesta desviarla, corregirla, enderezarla, suavizarla... Me gustaría crecer y no envejecer pese a que cada vez tenga más edad. ¿Es posible eso?

    ¿Me he cansado de todo?... ¿Me cansaré incluso de la Música?

    Hace unos días hablé con Macarena para decirle que había pensado en recuperar el teclado y ponerlo en nuestro dormitorio... No me refiero al piano grande y pesado cuya colocación en nuestro cuarto arreció nuestra crisis en febrero... Pensé que era una forma de sentirme menos frustrado al estar algo más en contacto con la música... Ella no me contradijo pese a que seguro que temía sin expresarlo que me pertrecharía en nuestro dormitorio con la dichosa música como hice en épocas pasadas... Y así lo hice: la noche del míercoles de feria preparé el teclado Korg Kross de 61 teclas con su soporte de pie pegado a los pies de nuestra cama y empecé a sacar los acordes de una bonita canción de Paul Weller que conocí hace unos días gracias a la plataforma de canto "Smule" (por no decir plataforma de 'karaoke', término algo pachanguero pero que realmente refleja la finalidad de esta app: cantar duetos con otras personas o incluso en solitario esperando a que otros se unan...o no. La cuestión es cantar... La cuestión es hacer música).

    Macarena tiene la convicción de que sólo existe la música para mí y que sólo me importa ésta, lo que le ha llevado a odiarla no sólo a ella, sino que cree que a mis hijos también.

    Caí durante unos segundos en la cuenta de lo distinta que habría sido mi relación con mis hijos si tuvieran alma musical y así lo expuse en la sesión: cuando David tenía 12 años, le enseñé a tocar "Wish you were here", de Pink Floyd, con la guitarra española que me regalaron mis padres cuando yo contaba ya con 14 años y no me faltaba demasiado para los 15... Pero me di cuenta de que lo hacía forzado y nunca disfrutaba; cuando Jesús entró en el conservatorio, dejaba boquiabierto a su profesor de clarinete... pero terminó renunciando en el tercer curso por atravesársele la asignatura de "lenguaje musical" (antiguamente solfeo) y jamás volvió a tocar el clarinete; Javier superó al poco tiempo triunfalmente las pruebas de acceso al conservatorio, pudiendo elegir el instrumento más demandado por la matoría del alumnado aspirante y le compramos un buen piano digital de teclas contrapesadas con el que superó cuatro cursos de enseñanzas básicas, pero decidió no presentarse a las pruebas de acceso al grado profesional pues prefirió centrarse en su nueva etapa como estudiante de secundaria en el instituto... tenía 12 años y relegó su piano al rincón del salón, no volviendo a acariciar una sola tecla desde entonces.

    Me habría encantado que mis hijos disfrutasen de la música aunque fuera sin mí... Qué decir si fuera conmigo... Pero jamás quise obligarles pese a mis intentos de ánimo a través de mi aliento y sugerencias para que practicásemos justos ...

    La sentencia emocional de mi mujer parecía ganar adeptos en nuestros hijos mostrando un inequívoco rechazo a la desmedida pasión musical de su padre.

    Tras esta declaración de guerra a mi apego a la música, no quise dejar pasar la oportunidad de hacer un resumen sobre cómo fue mi día del jueves de feria.... Me levanto a las 6 de la mañana y me voy al gimnasio aprovechando que mi hijo Javier no tiene clase en el instituto, pero justo antes de entrar canto un par de canciones a la espalda del monumento a las víctimas sevillanas del holocausto nazi ubicado en la avenida Diego Martínez Barrio (sevillano que fue presidente de la II República Española en el exilio)... Una vez realizados los ejercicios a los que me obligo por un exclusivo interés de salud, me ducho y me voy al Bar Aljarafe de nuestro querido barrio de El Plantinar, donde el siempre amable Yon me sirve un café con leche elaborado por él mismo y media tostada preparada por Chari, su mujer... Yon es chino, pero parece más sevillana que su mujer, nacida en nuestra preciosa ciudad... Desayuno en el bar para evitar hacer ruido al entrar en la cocina pues despierta a Macarena... Pero subo para sacar a Yako no más de media hora en el parque de Federico García Lorca... Vuelvo y pongo a cocinar en la olla eléctrica alubias pintas con chorizo para proceder a continuación a llevar a Javier y a Macarena a la dentista... Una vez de regreso en el barrio, cojo el mando de la puerta del aparcamiento que David usa para poder entrar y salir con su coche y me dirijo allí mismo para comprobar que efectivamente no funciona, por lo que compro en una tienda la pila que presuntamente resolverá el problema del mando... Aprovecho la improvisada hoja de ruta acometida para atajar el problema y compro un kilo de patatas a Chari la frutera y pan en Polvillo y regreso al parking convencido de que el mando con su nueva pila hará abrir la puerta más cercana al colegio Aníbal González... Pero no... Maldita sea... Abro con el mando que funciona para abandonar el aparcamiento y rodear en coche toda la manzana con un efímero recorrido por la avenida Ramón y Cajal hasta llegar a la puerta del otro extremo del aparcamiento en la que probablemente sea la calle más corta de Sevilla: calle Fundación Vicente Ferrer, entre Urbión y Ulía, cuya prolongación es Igueldo... Y tampoco se abre... El mando definitivamente no funciona...

    Quien lea este pesado párrafo puede hacerse una idea de las horas y energías invertidas en unos y otros quehaceres...y eso que he sido escueto... Pues bien, mi mujer muestra entre orgullosa e indignada ante el cálido y paciente (como Job, no como usuario o cliente) terapeuta Fran por la tarde que ella ha sido quien ha tenido que gestionar el arreglo del mando llamando a la empresa encargada de la solución.

    De verdad que valoro el papel lleno de responsabilidad y eficiencia de Macarena, pero...¿es justo eludir todo el proceso por el que he tenido que pasar yo para evitar que mi hijo mayor tenga que mover un solo músculo en el manejo de este incidente? ¿No se trata de que cada uno cumpla con su cometido? 

    Continúo con mis tareas y frío en la freidora de aire que me regalaron en los RR.MM. del 6 de enero diez filetes de mero al limón que mi generosa suegra compró hacía una semana en un puesto de pescado congelado del mercado de abastos de Las Palmeritas. Como el resto está trabajando, sobre las 13:30 decido comer un plato de alubias y de ese modo puedo empezar a grabar después de varios meses en el teclado recién instalado en el dormitorio y sin molestar a nadie gracias al equipo de grabación casero del que dispongo. La canción objeto de experimentación es "You do something to me", de Paul Weller, y grabo primero una pista de piano y a continuación una de bajo... No están perfectas, pero no suena mal del todo... Tras ello, sirvo la comida a mi familia conforme van abandonando provisionalmente sus puestos de trabajo y sentándose cada cual en su momento en la mesa... Son servidos, son alimentados...

    Poco antes de las 4, decimos de salir hacia la consulta de Fran, el psicólogo... Vamos bien de tiempo, pero mi mujer se adelanta medio minuto... Yo no estoy sentado, ni tumbado, ni siquiera estoy tocando el piano o rasgueando la guitarra... Estoy afanosamente poniendo algo de orden en la cocina, pero el eliminar algunos rastros de suciedad o colocar algún objeto en su lugar que reste caos a los efectos del trabajo de elaboración de la comida me lleva a salir medio minuto más tarde de casa y ver durante los 5 minutos que dura el trayecto hacia la consulta de Fran la arrogante espalda de mi esposa que ya dejó de preocuparse de mirar hacia atrás cuando los niños no eran ya tan niños... Ya no hay esa empatía que la llavaba a entender por qué actúo de cierta manera y no ya en un concierto de rock, sino en un pequeño espacio de nuestro hogar donde ella está exenta de muchas labores grises y rutinarias...

    Me llamó la atención el ejemplo de un paciente del que nos habló Fran Mateos que no se encuentra a gusto con su mujer y que por tal motivo acude a su consulta y, tras la insistencia de éste sobre esa falta de feeling o bienestar, el paciente termina de reconocerle en la tercera sesión que no está enamorado de su mujer y sí de otra. Nuestro psicólogo fue inusitada pero lógicamente directo con él: tiene que dejar a su mujer a quien ya no quiere y más bien aborrece pues ha encontrado a una sustituta.

    No recuerdo si hubo un razón concreta y clara para que Fran Psicólogo sacase a colación esta historia o sencillamente nos la mostró para dejar claro que no era el problema (al menos así lo expresó) que yo tenía pese a mi clara falta de interés de hacer vida en común con mi mujer...incluso con el resto de mi familia.

   Creo recordar que al final de la sesión nuestro terapeuta manifestó satisfacción por la sesión celebrada.
    

No hay comentarios:

Publicar un comentario