Nuestro ya no tan nuevo miembro en la familia: YAKO.
Yako llegó como cuando te regalan un libro sin haberlo querido recibir porque preferías seguir con tu anodina vida dominada por la "incómoda" zona de confort: para qué quieres un perro si ya tienes muchas obligaciones que afrontar a diario "encantado" y la mayoría en tu casa es asmática.
Pero no hubo más que tomar entre tus brazos ese "libro" peludo cuya adquisición fue cuestionada por ti férreamente hasta el último minuto y oler su encuadernada animalidad y sentir cómo se convertía en tu regazo en el ser más tierno y maravilloso del mundo, desprovisto ya de las indeseadas e imaginarias páginas que quedarán para momentos más reposados en los que el intelecto de uno se sienta más predispuesto a la lectura.
Ya han pasado tres años y medio desde su nacimiento. Con solo cuatro meses, tuvo su primera canción, "Psicodelia acústica para Yako" y fue grabada por pistas (guitarras, bajo, teclado y voz a las que se añadió una de metrónomo-batería). Pero no fue hasta tres años más tarde cuando Jesús López Gómez montaría un documento audiovisual en condiciones con fotografías y vídeos que, en su mayor parte, recogían a Yako siendo un cachorro y, en menor número, ya más crecidito.
Yako no es que sea uno más, sino que es el ser más mimado y admirado de la casa por tod@s. Tiene "leishmaniosis" detectada en una revisión veterinaria hace un año y medio, pero no presenta síntomas. Tal vez esa detección accidental ha permitido que siga entre nosotros gracias al tratamiento que está recibiendo desde entonces.
Yako siempre ha sido simpático, juguetón, travieso y muy glotón... Su alta capacidad olfativa nos tiene en vilo pues el más mínimo despiste en casa le lleva a devorar cualquier vestigio de comida que encuentra. En la calle, pese a ir atado y controlado, nos hace ir pendientes de sus acercamientos a posibles restos de comida que pueden ocasionarle daños o hacerle engordar.
Cuando lo soltamos en un recinto para perros, su primer impulso le lleva a pedir comida a los humanos y algunos de ellos se molestan por el simple hecho de que el animal pose sus pezuñas en sus ropas no considerando aquellos el entorno en el que se encuentran y en el que debemos asumir estos "terribles riesgos" pues es precisamente ¡un parque para perros!
Más incómodo resulta el momento en que Yako desencadena esa innata habilidad para robar la comida en forma de chuches caninas que algunos llevan ocultas en sus bolsillos o se las arrebata sin contemplaciones cuando se disponen a repartirlas entre los perros presentes.
Ya he tenido algún incidente por este tipo de cuestiones y la más reciente no fue precisamente inocente ni agradable, pero la vida te pone a prueba ante situaciones imprevistas.
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