sábado, 2 de julio de 2016

Viaje a Valencia

Varias lecciones o sesiones de asesoramiento no me preparan para mejorar de forma inmediata, pero las he rememorado tras ciertas experiencias y sí que me hacen tomar conciencia con más claridad de esa necesidad de cambio o de mejora.

  Soy tendente al drama, al agobio, al miedo, al bloqueo...

  Un simple viaje a Valencia me ha vuelto a poner a prueba semanas antes de su realización. La simple idea de viajar fuera de mi ciudad y permanecer lejos incluso junto a mi familia tres escasos días me ha producido desgana, zozobra, nerviosismo, cierta ansiedad... síntomas propios de un ser enfermo tratándose de una oportunidad para hacer algo distinto y generador de ilusión y felicidad para la inmensa mayoría de los mortales, entre los cuales destacan mi mujer (auténtico motor de este evento positivo) y mis hijos (los directos receptores del mismo).

   Os preguntaréis por qué esas sensaciones mías tan negativas... A estas alturas de mi existencia, me resulta complicado responder con precisión. Cuando era un adolescente, vibraba con la simple idea de lanzarme a la aventura... Con 15 años viajé con amigos de mi edad en autobús con destino a una playa donde la acampada estaba prohibida y debíamos permanecer ocultos a la vista de quienes se asomaban a las distintas terrazas de los hoteles de la zona... Un guardia civil nos lo hizo saber así al descubrirnos pero tuvo el detalle de permitirnos disfrutar de nuestra inocente y apasionante aventura...y así unos cuantos años más hasta cumplir la veintena y algo más...

   Hoy en día, con hijos cada vez más crecidos, autónomos y ávidos de llevar a cabo actividades divertidas y que combaten el tedio o la rutina y de paso les aparta de vicios fáciles como hacer un uso excesivamente ocioso del móvil o jugar intensivamente con la vídeo-consola, me siento vacío, apático, carente de ilusiones por descubrir o conocer cosas, lugares o personas nuevas... Por eso, pese a mi negativa/pasiva actitud, no opongo una frontal resistencia sino que me dejo "arrastrar" o llevar, lánguido, casi exangüe... o asumo una casi deseada labor de burro de carga... Siento preferir esto a tener que asumir iniciativas que por difíciles que resulten, acaban desembocando en algo enriquecedor... Mi mujer acaba quemada; yo termino cansado de todo...hasta de mí mismo.

   El viaje, o más correctamente la estancia en Valencia, discurría con relativa normalidad y suave disfrute hasta que la primera señal de dificultad (para mí) apareció. Algo tan liviano como tomar un autobús que nos llevara casi al ponerse el sol a la playa de La Malvarrosa supuso un trance para mí por dos motivos: eran las 20:40 y el último autobús de vuelta era el de las 22:15...y había que cenar también (...cuándo?). La estrechez del tiempo y la errónea actitud por mi parte de no saber o no querer buscar solución empezó a hacer sus efectos sobre mi endeble espíritu ... El otro motivo fue el hecho de que mi mujer me comentara que el padre de un amiguito de Javier le acabase de plantear una visita a Isla Mágica la siguiente semana donde nuestro hijo compartiera un día inolvidable con uno de sus mejores compañeros del cole... y empezó el bloqueo, la duda, la oscuridad: qué pasa con mis planes de ensayo con mi compañera de SUNSHINE, proyecto que lleva parado varias semanas y que me preocupa un poco por no potenciar más, al menos con cierta continuidad, la preparación y el repaso del repertorio... También está SATORYS, igualmente en 'stand-by' por otras circunstancias y con un posible concierto en dos semanas y para el cual se nos puede exigir darnos de alta a los cuatro miembros, hecho que no es muy conveniente por motivos administrativos... Ese torrente de malas vibraciones se agolpaba en mi escuálida capacidad para gestionar incidencias... Decidí convertir mentalmente mi contrariedad por el compromiso de Isla Mágica en una ocasión para permitir que mi hijo pequeño sea dichoso. Pero mi humor se oscureció inevitablemente durante horas... Recorrí taciturno la totalidad del paseo junto a mi familia que disfrutaba de la visión de auténticas obras de arte construidas con las pacientes y laboriosas manos de hombres entregados a castillos y figuras de arena. Y mi familia no era indiferente a ello... Jesús, a sus 15 años, puede estar dando muestras de su inseparable espíritu de rebeldía, pero exhibe directamente su sensibilidad y preocupación al preguntarme un par de veces "¿Qué te pasa, papá?"... "Nada, hijo", respondí... Y me quedé incompleto pues habría querido decirle "que ya va siendo hora de que tu padre cambie".

   

1 comentario:

  1. Me encanta q escribas porque lo haces muy bien.
    A mi me pasa q cuando escribo descubro cosas de mi q ni si quiera sabía q existían, es como ir mirando el interior de mi misma, pero hay q recordar siempre q tenemos luz, y esa luz es la q nos permite ver nuestras tinieblas, sin ella no veríamos nada. Recuerda q eres buen padre, buen esposo, respetuoso, disciplinado, educado, y con miedo y de todo lo q tienes q hacer lo haces, etc, etc.y muchas más.

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