domingo, 7 de febrero de 2021

Marmota quemante

     ¿Qué nos ha llevado a aguantarnos durante 25 años de convivencia bajo el mismo techo? ¿La ilusión de un proyecto en común? ¿La ruptura de ataduras a las rancias tradiciones? ¿O acaso no siguen estas presentes en gran medida? ... Ataduras psicológicas, no solo próximas en presencialidad... 

     ¿Quizás lo que nos llevó fue la búsqueda del crecimiento de la familia? ¿La apabullante novedad de cada hijo y sus vitalmente queridos e inevitables crecimiento y crianza? ...

      Durante años, he vivido por y para mi familia... Mi mujer era lo más grande, lo insustituible, lo inigualable e incuestionable... Vinieron ellos y pasaron al primer plano de la preocupación y del amor... y de la involucración.

      Las vidas avanzan y con ellas surgen y crecen las dificultades. Las necesidades básicas de aliento, cariño, higiene, alimentación, educación, formación, etc. se transforman en pilares más complicados donde las exigencias de cada cual evidencian claras discrepancias... Para mí, ellos han superado una fuerte prueba de crecimiento personal y se enfrentan con relativa madurez al difícil cometido de hallar una fuente de sustento gracias a la poca o mucha autonomía adquirida...  A los ojos de su madre, el esfuerzo solo pertenece a ella, quedando yo como un padre desentendido e irresponsable... Sin pronunciar estos calificativos, los deduzco de sus removidas entrañas instintivamente protectoras e intervencionistas... La continua alusión al "día de la marmota" es un dardo desafortunado e hiriente que ha horadado y desgastado esta relación a lo largo de bastantes años. 

     Ella aduce que, si se hubieran puesto hace muchos años unas normas sobre horarios para estudiar así como para el uso de los juegos o aplicaciones tecnológicas, su hastío emocional no sería el mismo.

     Ella lee y quiere que ellos lean... Ella estudia inglés y quiere que ellos lo estudien... Ella es ordenada y quiere que ellos lo sean... Ella NO es feliz y quiere que ellos SÍ lo sean...

     Probablemente nunca haya sido yo el compañero que debió tener a partir de cierto momento... no sé, quizás a partir de cuándo cada uno de nuestros hijos dejó la infancia atrás y empezó a acariciar etapas más complejas que demandaban una mayor atención conjunta como padre y madre... Jamás lo he sabido hacer, quizás porque crecí y acaricié las mismas etapas que mis hijos sin la atención de mis padres, atención cuya falta no les he reprochado aunque sí la he anhelado por circunstancias bien distintas.

     Me habría gustado ser mejor padre, pero no como el que añora Macarena. Me habría gustado ser un mejor padre, no amigo de mis hijos, pero sí atractivo como adulto al que acudir cuando necesitasen una ayuda, un arrimo, una atención, unas risas, un consejo, un tirón de orejas... Pero no he sabido hacerlo.

     Me esforcé por serlo acercándome, insistiendo, obligando a un cariño que no deseaban o que tal vez no necesitaran, mostrándoles la bondad de la música a través de instrumentos o de un simple reproductor, cambiando mi jornada de trabajo evitando que fuera partida para pasar a intensiva aunque fuera de lunes a sábado con tal de dedicarles más horas, llevándolos al parque, enseñándoles a jugar al fútbol pues, según su madre, "el español no sabe relacionarse si no es jugando al fútbol", apuntándolos a equipos donde jugaban como federados suponiendo ello una implicación de muchas horas de tediosa espera en sus entrenamientos diarios y en sus partidos de fin de semana con los consabidos desplazamientos en coche...

     Pero no... Mis hijos no me han necesitado de modo importante a partir de sus adolescencias principalmente. Sin embargo, han salido buenos. Digo buenos, no excelentes... lo suficientemente buenos para ir superando sus estudios y formándose sin grandes complicaciones. Tienen una casa, una familia, no les falta atención por mi parte a la hora de serles cubiertas sus necesidades de ropa limpia, alimentación. higiene en sus habitaciones y en los aseos, tienen un perro cuya incorporación a nuestra familia fue rechazada precisamente por mí llegando a conquistar los corazones de tod@s sin excepción, siendo yo quien se encarga de la mayor parte de sus atenciones con diferencia... Han tenido en mí a un padre que les ha ofrecido ayuda en los estudios y a nivel personal... 

     Ellos lo saben... Ella parece que no.

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