jueves, 11 de abril de 2024

Alta tensión

         Mal día para algunos miembros de la familia...

        Sobre las 10 de la mañana, el padre era preguntado por su psicólogo por WhatsApp acerca del estado de las cosas mientras aquél se dirigía al centro de salud preocupado por una inquietante opresión sobre el pecho surgida tras el ensayo con su grupo el día anterior. La respuesta fue algo confusa, pero era lógico dado que al hablar mientras andaba no hacía sino incrementarse la molestia pectoral que inundaba también parte del cuello.

        Tuvo suerte y había un hueco a las 11:18 debido a la anulación de una cita. La médica que le atendió le palpó el pecho y la espalda para comprobar si tenía una lesión física, pero el paciente decía que el dolor aumentaba al toser, respirar profundamente o agacharse para coger cualquier cosa. La doctora mandó hacerle un electro y tomarle la tensión y aquí se disparó la alarma: 17 / 10. Nunca había tenido la tensión alta y de repente se encuentra así... Para descartar ciertos problemas, derivaron al padre al hospital Virgen del Rocío donde le atendieron con diligencia y celeridad y las pruebas arrojaron resultados halagüeños pues la analítica de sangre y el resto de acciones no reflejaban un episodio cardíaco preocupante. Así que, dado que el dolor en el pecho se mantendría un tiempo, el médico le aconsejó el mayor reposo posible pues inevitablemente el tórax está expuesto a movimientos que dificultan la recuperación al realizar tareas rutinarias.

        Macarena también se convirtió en paciente al acompañar a su marido al hospital llevados por Jesús en coche. Llevaba un mes padeciendo de hemorroides, pero el diligente y amable médico hizo una exploracion con suma delicadeza y respeto -por supuesto, siguiendo el estricto protocolo de atención a cualquier persona usuaria- y tranquilizó a la sufrida mujer diciéndole que el aspecto era bueno y que en la exploración encontró restos de heces como consecuencia de los prolongados estreñimientos que ella suele tener. Duran a veces hasta 9 o 10 días. No quiero imaginarme cómo debe ser eso... (a partir de aquí, "el padre" se convierte en Fran, es decir, yo mismo).

        Tuve que acostarme tras almorzar y descansar durante más de dos horas... Lamentablemente no pude acudir a la cita con la tutora de nuestro hijo menor, Javier, estudiante de segundo de bachillerato... Macarena, la madre, vino con malas noticias: Javier había intentado copiar en el examen de Lengua Española y sólo había recuperado partes de la asignatura de Historia, además de haberse observado que habla demasiado con Rafa, uno de sus más antiguos compañeros (desde que iban a la guardería), motivo por el que habían sido separados en los últimos días...

        Convenía no enfrentarse con Javier pues el momento era delicado, pero sería irresponsable por nuestra parte no abordar el tema. 

        Yo me hallaba medio atontado pese a no tomar medicación alguna que me hiciera experimentar sensaciones lisérgicas. Supongo que la tensión alta había provocado este cansancio. Antes de que llegase Macarena a tutoría, visité la farmacia sobre las 19:00 para que me tomaran la tensión: 13 / 8. Mucho mejor que en la primera toma en el centro de salud. Pero seguía siendo alta para mí y me sentia cansado aunque no agitado.

        Escuché voces una vez que Macarena llegó a casa tras la tutoría... Confundí la defensa de Javier de su propia dignidad con cierta reprobación por parte de Macarena, pero no estaba seguro y no me preocupé como otras veces... Sin embargo, sí que se activó mi temor cuando escuché ciertos gestos de consuelo de la madre sobre su hijo ante lo que se asemejaba a un tímido balbuceo de éste que finalmente desembocó en un torrente de lágrimas y de escandalosa tos ... Javier estaba más bien histérico y envuelto en una irritación que no le permitia la más mínima oportunidad de calma.

        Macarena aprovechó para enseñarme el mensaje que nuestro hijo le había enviado y que reproduzco aquí:

            "Sé que parece o no suelo verbalizarlo, pero...lo siento. No sólo por haceros pasar por toda esta situación durante dos años seguidos. sino por encima convertirme en alguien peor en el proceso. He llegado a ser tan cobarde de nunca haber sido capaz de deciros las malas noticias hasta el último momento. Y sumado a eso, he sido tan cobarde que he sido capaz de mentirte hoy delante tuya antes que reconocerlo porque tampoco entiendo porque siento esa necesidad de tener que sentirme bien delante de vosotros y no poder derrumbarme. Tanto que no soy capaz de poder decirte esto delante tuya tampoco ni de poder ser capaz de pedirte perdón en nada de lo que hacemos o discutimos. Y sí: no quiero decirlo nunca, pero llevo mucho tiempo sin estar bien. Y nada de esto es ninguna excusa para que te dé menos pena lo que hice el viernes... ha sido lo peor que he podido hacer en mi vida académica nunca, pues he roto unos valores que daba como sagrados. Pero he llegado incluso a algo peor que es llegar a ser tan cínico y constantemente siento que me llevo autodestruyendo desde hace mucho tiempo... Lo de hoy ha sido una muestra de ello. Así que sí: lo siento por todo lo que os estoy haciendo pasar y espero que pueda terminar ya".

        No me encontraba yo con el mejor ánimo ni fuerte físicamente, pero sí lo suficientemente entero para acercarme a mi afligido y atormentado hijo. Le recordé que le había notado preocupado el día anterior al llegar de clase y por eso le pregunté si había habido alguna "historia" tanto a nivel educativo como emocional. Cerrado en sí como es habitual, me respondió secamente que no. Yo soy un poco pesado y le dije que me tenía para lo que necesitase y dejé de insistirle... Me enteré al día siguiente de que ese estado de preocupación se debía a la charla que su tutora acababa de tener con él al sorprenderle en el examen de Lengua intentando copiar...

        Por eso, cuando en la llantina postutorial con Macarena le recordé mi percepción sobre su preocupación el día anterior, llegué a decirle que incluso yo me sentía inquieto por posibles diferencias con su pareja y no tanto por la evolución de sus estudios. Javier, rescató arrestos de sincera dignidad de entre sus mortificantes lágrimas para decirme que no me preocupase y que Adrián era lo mejor que le podía pasar.

            Pues sí: por supuesto que los estudios son lo más importante ahora de cara a la preparación para un futuro formativo y profesional cada vez más próximo, pero no es menos cierto que, en una adolescencia convulsa con multitud de estímulos, sobresaltos y contradicciones, mantener una buena relación con la persona a la que amas es fundamental. 

                

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